Pese a haberlo logrado todo, Osasuna quería ganar el último partido de Liga, para completar la temporada invicto en casa y convertirse en el mejor equipo local de la historia de Segunda. Como rival un Oviedo que quería que se aferraba a sus escasas opciones de meterse en promoción de ascenso. Necesitaban ganar, que el Dépor perdiera y que el Cádiz no ganase.
El partido comenzó con dominio alterno de los dos conjuntos, pero sin llegadas claras a las áreas. El conjunto asturiano fue ganando terreno con el paso de los minutos, demostrando que era el que, al menos deportivamente, era el que más se jugaba. Un mal despeje de Herrera a punto estuvo de acabar en gol visitante, Viti también tuvo su oportunidad y Toché reclamó un penalti. Pocos minutos después, una parada espectacular del meta rojillo evitaba un gol de falta de Saúl Berjón. Los locales no estaban dispuestos a ceder. Al filo del descanso Xisco anotó pero se encontraba en fuera de juego.
Con empate a cero en el marcador empezó el segundo tiempo con un Oviedo que salió a por todas. Se repetía el guion de la primera mitad y Osasuna también quería la victoria. Olavide, en el día de su despedida, a punto estuvo de marcar pero su tiro se estrello en la base del palo. Los minutos pasaban y los ovetenses cada vez veían sus opciones de play off más lejanas. La cosa empeoró para los visitantes cuando Xisco anotó por la escuadra, a pase de Rubén García, en el minuto 67. Y con este resultado se llegó al final. Osasuna cerró con broche de oro una en la que lo han conseguido todo y que será difícil de olvidar. La Primera División les espera.