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EL PARTIDO DE LA JORNADA: LIVERPOOL - BARÇA

El genio de Leo Messi se enfrenta esta noche a la mística de Anfield

El 3-0 de la ida y las bajas locales hacen al Barça muy favorito. El Liverpool buscará el milagro mermado y apelando a su público.

El Barcelona se entrenó en Anfield. Un estadio vacío que ya de por sí impresiona y que hoy arderá como una caldera en busca de la remontada. Messi, que ya ha jugado ahí, observó todos los detalles, con Luis Su&aac
El Barcelona se entrenó en Anfield. Un estadio vacío que ya de por sí impresiona y que hoy arderá como una caldera en busca de la remontada. Messi, que ya ha jugado ahí, observó todos los detalles, con Luis Su&aacGorka LeizaDIARIO AS
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Ha llegado la hora decisiva en el mejor escenario posible (sigue el partido en directo en As.com). Esta noche (21.00 horas, Movistar Liga de Campeones) la mística de Anfield se enfrenta al milagro de superar todos los obstáculos imaginables. El 3-0 de la ida, las bajas de Salah, Keita y Firmino y el recuerdo de la inmensa metedura de pata del Barcelona hace un año en Roma se aparecen como obstáculos tremendos para un equipo que ha hecho de su templo un lugar donde suceden milagros. Pero en el equipo contrario, el Barcelona, cuenta, por si fuera poco, con el mayor hacedor de milagros que se conoce en el fútbol moderno: Leo Messi. Un jugador que lleva meses con "la copa linda y deseada" entre ceja y ceja. Y que cuando se pone en modo tormenta, como pasó hace seis días en el Camp Nou, no lo para nadie. O igual sí. Si alguien lo puede parar es la mística del estadio del Liverpool apelando a los fantasmas de Shankly, Paisley y Fagan.

De entrada hay que reconocer que el partido de vuelta viene marcado por dos acontecimientos fundamentales: el resultado de la ida y las bajas del Liverpool para remontar. Vayamos por partes.

En la ida el Liverpool se fue a casa con la sensación de no entender nada. Lo habían hecho todo bien, pero se llevaron un varapalo de padre y muy señor mío. Un 3-0 que no demuestra lo buen equipo y el gran partido que hicieron los de Klopp, pero que certifica el buen equipo que es el de Valverde y lo inmensamente determinante que es Leo Messi.

Segunda providencia: las bajas. El Barça ha perdido a Dembélé y (puede que en un acto de inconsciencia y de imprudencia) la gente se lo toma como el que ha perdido el mechero. No le da demasiada importancia. El resultado ayuda, claro. Y luego está que si pones en un lado de la balanza la baja de Dembélé y en el otro las bajas de los ingleses da hasta como cosica quejarse de que el francés no estará en Anfield.

Las bajas del Liverpool son un señor torpedo en la línea de flotación de cualquier barco que acuda al rescate de un resultado nefasto en la ida, se mire por donde se mire.

Perdieron a Keita en el Camp Nou, que no es un virtuoso precisamente, pero que era el hombre encargado de iniciar la presión sobre Messi cuando el argentino bajara a recibir al medio campo. Tampoco tienen a Firmino, que sólo jugó en el Camp Nou unos minutos que, según lo visto, acabaron de romperle y en el que se basaban grandes esperanzas en la mejora de la efectividad atacante del equipo de Klopp. Pero el palazo gordo llegó el sábado en Newcastle cuando Salah se fue en camilla y el club inglés primero y el propio técnico después confirmaron que no podía estar para hoy. ¿Dos de los mejores atacantes inhábiles para remontar un 3-0? Parece demasiado hasta para Anfield.

Al ataque. Ante esta situación del rival, el Barça tiene una mano ganadora en unas semifinales como no ha tenido otra igual. Pero el gato escaldado, del agua tibia huye. Y el Barça de Valverde tiene muy reciente el chamuscazo que se pegó en Roma hace un año.

No le queda otra al Barça que acordarse de Roma y salir al ataque y desactivar con un gol cualquier intento de los locales, a los que no les queda más que la mística de Anfield. El Barça, en contra, tiene la bomba atómica: Messi.