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TOTTENHAM 0-AJAX 1

El Ajax otea el Metropolitano

Conquistó Londres tras una primera parte fascinante y con un gol de Van de Beek que alimenta su sueño de la Champions. Neres pudo sentenciar pero remató al palo.

El Ajax otea el Metropolitano
NEIL HALLEFE

La primera de la serie de cuatros semifinales esperadas, glamorosas, decepcionó. Faltó juego, brillantez, ideas, calidad, jugadores. De esto, de futbolistas, el Tottenham andaba corto y se notó. El Ajax creyó tener suficiente con el tanto en la primera mitad y decidió arriesgar menos de lo esperado. Aunque nunca hay que dar al Tottenham por muerto, los holandeses pudieron haber cerrado la eliminatoria con una contra que acabó en poste de David Neres, pero el resultado les deja a un paso de la final.

El Tottenham sacó el equipo que le quedaba, con tres centrales al principio pero con posibilidades de transformarse. Llorente, jugador que condiciona el juego, debía aguantar el balón cuando los centrales no se veían con ánimo de jugar desde atrás, cosa que ocurrió demasiado a menudo. En la semifinal de los valientes, el Ajax había subido sobre el escenario con la vestimenta habitual. Abejas penetrantes con un ojo en la portería contraria y moscardones pesados cuando perdían el balón. Desde el primer minuto hacía preguntas a los defensores del Tottenham: ¿a ver si encontráis la salida? ¿Quién me sigue a mí? ¿Y a mí? ¿Y a mí? Tadic, Van de Beek y Ziyeck, se buscaban, se metían en el área, lo pasaban bien.

Coincidiendo con la sensación de que el Ajax se sentía más cómodo, con los holandeses aparcando el campamento base al borde del área, llegó el primer tanto. Ziyeck no se pensó ni medio segundo, ante una muralla de defensores rivales al borde del área, ceder el balón por el ojo de una aguja a Van de Beek que no estaba en fuera de juego y se vio con tiempo casi eterno dentro del área para amagar incluso antes de vencer a Lloris. El tanto dejó desanimado a los Spurs y el Ajax seguía entreteniéndose. Descomplejado.

A la salida de una falta contra el Ajax, Vertonghen se dio un coscorrón con su compañero Alderweireld que le mareó y le obligó a salir. Ya estaba calentando Sissoko porque había que recuperar el centro del campo. Curiosamente el partido además de helarse un buen rato se fue equilibrando con el cambio. El Tottenham, más fuerte, amenazó con la posibilidad de peligro. Un par de faltas acabaron con cabezazos que confirmaban el cambio de dinámica. Solo que la cosa quedó ahí

Pochettino se lo miraba todo con cara de circunstancias y prefería no echar una ojeada al banquillo porque no tenía un solo jugador capaz de cambiar lo que ocurría. Que no era mucho. El Tottenham no encontraba ni juego, ni caminos, ni accidentes. Pero queda la vuelta...