No es cuestión de insistir en las quejas del VAR, pero sí de reflejar el enfado generalizado que hay en Valladolid y en el propio club, en el que se ha prohibido la crítica al vídeoarbitraje, por más que en la planta noble no se entienda lo que está pasando. El que no se cortó tras el partido fue el alcalde de la ciudad, Óscar Puente, que twitteó: “Esto es una vergüenza insoportable” y después dijo: “Si el VAR ha venido para esto, es mejor que no hubiera venido nunca”. Lo cierto es que el Real Valladolid no está teniendo suerte ni con el vídeoarbitraje, ni con las decisiones de los líneas. Le han anulado ya 11 goles, cinco de ellos con el uso del VAR, el último ante la Real. No sólo eso. Haciendo un recuento de las acciones en las que ha entrado esta nueva tecnología en los partidos del equipo blanquivioleta, observamos que intervino siete veces en contra y una a favor, en el penalti pitado en Eibar. Por contra, los intereses pucelanos se vieron perjudicados en siete ocasiones. Empezando por el final, el VAR anuló el gol de Olivas ante la Real por supuesto fuera de juego de Plano, como ocurrió también en Sevilla con el gol de Unal por posición ilegal de Toni, mientras que ante el Levante se anuló otro a Plano por fuera de juego posicional de Calero.
Ante el Huesca, el vídeoarbitraje anuló el 2-0 por fuera de juego de Nacho en el inicio de la jugada y ante el Real Madrid, uno de los dos goles anulados fue abortado por el VAR. En total cinco goles anulados por la tecnología de los 11 que no subieron al marcador. Además, en contra del Valladolid el VAR pitó dos penaltis de Olivas, por mano, ante el Atlético y el Villarreal. No sólo molesta lo pitado, sino lo no pitado a favor como el penalti a Olivas en Vigo, a Leo Suárez ante el Betis o a Anuar ante el Real Madrid, que fueron flagrantes y se fueron al limbo sin intervención del VAR.