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ATHLETIC

Luto en el Athletic por la muerte del periodista Rodrigálvarez

Falleció a los 63 años tras más de media vida dedicada a glosar las gestas del equipo rojiblanco. También escribió varios libros.

El periodista, en Radio Bilbao

La familia Athleticzale está de luto por el fallecimiento de uno de los grandes cronistas del equipo rojiblanco, Eduardo Rodrigálvarez, a los 63 años. El club mostró su pesar por el adiós del periodista y escritor bilbaíno. Eduardo soñaba con ser cantante, hasta que le quitaron la idea de la cabeza porque lo hacía fatal, puede decirse que diluviaba con sus gritos (gran detalle para que el periodismo le ganase para su causa). Quiso ser futbolista y soñaba con llegar al Athletic. Jugó varios peldaños más abajo, en el Begoña. Sobre este barrio bilbaíno, siempre presumía de haber participado en una película de Joselito rodada allí. Pasó por La Hoja del Lunes, Deia, El Periódico de Catalunya y la SER, y dirigió la revista Zurgai. También fue jefe de prensa de varios departamentos del Gobierno vasco. El gran público le conocía por su etapa en El País, donde trata de seguir sus pasos su hijo Gorka. Desde que se conoció su pérdida, se desató una corriente de apoyo por las redes sociales, empezando por Julen Guerrero.

Rodrigálvarez se licenció en la Complutense. Además de sus numerosos artículos, publicó en 2014 el libro 'Un soviético en la Catedral', donde narra parte de la historia del fútbol vasco durante los años 80, momento turbulento tanto en lo económico -con la reconversión industrial- como en lo político, con el terrorismo de ETA. Escribió también '100 jugadores del Athletic, de William a Williams'. No sólo se dedicó al Athletic. También contó las andanzas de la Real, del Alavés (estuvo en su final europea) y del Baskonia, entre otros. Le apasionaba escribir de ciclismo y estuvo en diez ediciones de la Vuelta.

Hace unos presentó su última obra, 'Cuando vengan los míos'. Su voz cavernosa engañaba. Parecía un periodista plomizo, serio, pero era un manantial de fina ironía y un compañero y amigo para todos sin excepción: desde el becario recién llegado hasta el compañero consagrado. Era una persona muy culta, educadísima, un caballero de los pies a la cabeza. Solía desplegar parte de su sabiduría en las tertulias radiofónicas de Radio Bilbao los lunes a mediodía y daba sus acertados puntos de vista periódicamente en El Larguero. Un cáncer de pulmón acabó con uno de los periodistas más admirados en Euskadi. En una era en la que el ruido, los gallineros, copan las parrillas de radio y televisión, lo suyo era la armonía. Puro magnetismo.