¿Qué fue del Petete Correa? El otro Correa con el '10' del Atleti
El uruguayo jugó 175 partidos como rojiblanco. Un positivo por cocaína acabó con su trayectoria en el club. También jugó en Racing, Mallorca y Valladolid.
La sangre uruguaya ha corrido por las venas del Atlético desde hace décadas. Si actualmente la garra y personalidad charrúa están personalizadas por Godín y Giménez, entre el final del Siglo XX e inicio del XXI han ido pasando los Forlán, Cebolla Rodríguez, Diego Alonso o 'Petete' Correa. Este último fue uno de los primeros que dejó patente que los uruguayos están hechos de otra pasta y que su forma de vida se adapta a la perfección a la del Atlético y al coraje y corazón que acompaña al equipo y que llevan grabado a fuego en su espíritu.
Fernando Correa (Montevideo, Uruguay, 6 de enero de 1974) aterrizó en el club rojiblanco en el verano de 1995 para debutar con el Atleti en un curso histórico cerrado con el título de Liga y de Copa del Rey. Antes, había iniciado su carrera en el Club Atlético River Plate uruguayo, donde llegó con 9 años. Tras comenzar a desarrollase en el baby fútbol, subió al primer equipo en 1991 cuando tenía 17 años, logrando el ascenso del equipo a Primera División. Tras cuatro cursos despuntando en Uruguay, participando con su selección en el Mundial Sub-20 de 1993 disputado en Australia (hizo dos goles en los cuatro partidos que jugó hasta caer eliminados contra el anfitrión en cuartos), el Atlético afrontó su fichaje.
Muy potente en la arrancada, con un físico muy fuerte, aunque con facilidad para ganar peso cuando se descuidaba, Correa tuvo una imagen icónica durante su etapa en el Atlético, jugando muchos años con una larga melena negra sujeta por una cinta (también se tiñó el pelo de amarillo y se rapó al cero) y con las medias que tan sólo cubrían la espinillera desde que cogió el dorsal '10' en Segunda. Con el Petete se inició el cántico de "uruguayo, uruguayo" tras un gol. En su primera temporada de rojiblanco el delantero participó en nueve partidos de Liga, donde el equipo se hizo con el título bajo el mando de Radomir Antic. Correa jugó 162 minutos, sin llegar a ver puerta y gozando de una titularidad, en el empate a uno contra el Mérida en la jornada 10. Desde ese momento no volvió a tener minutos hasta la jornada 33 contra el Rayo. Pese a esto se proclamó campeón del Doblete, aunque en Copa no llegó a jugar.
El Atlético buscó minutos al uruguayo, todo carácter, y el Racing de Santander fue el destino elegido. En el equipo cántabro dejó patente todo su potencial, jugando dos temporadas a muy alto nivel. Correa marcó 12 goles en 36 partidos en su primer curso y 15 en otros 36 encuentros en la ampliación de su cesión. Un total de 27 tantos donde el primero de ellos fue contra el Barcelona (1-1), al que volvería a marcar el curso siguiente y otros dos llegaron ante el Real Madrid en dos derrotas por 2-1. Consiguió dos hat-tricks en su segunda temporada, el primero en la victoria contra el Sporting por 4-1 y el segundo en la derrota por 4-3 en San Mamés ante el Athletic.
Cinco temporadas en el Atleti
Regresaría al Atlético más formado y ya con bagaje en Primera. En 1998 su vuelta se produjo en una plantilla donde en el ataque rojiblanco estaban Kiko, José Mari, Solari o Juninho entre otros. Correa era un segundo delantero que destacaba por su calidad en el remate, con un gran disparo lejano y que pese a ser diestro manejaba muy bien la pierna izquierda, con la que consiguió grandes goles. Con una altura de 1,79 también tenía buen juego aéreo, aunque en su haber estaba un carácter en ocasiones díscolo y una actitud que le llevó a ganarse la fama de vago. En su regreso haría 8 goles en 23 partidos, llegando a marcar en cuatro jornadas ligueras seguidas y anotando un gran tanto en el Santiago Bernabéu. Tras tocar el cielo en el Doblete, también estaría presente en la caída a los infiernos. Correa participó en 20 partidos de Liga en el descenso, donde tan sólo marcó un gol. En todas estas temporadas había un patrón común, tenía minutos en el inicio de temporada, en la mitad de curso llegaba su punto álgido y desaparecía en los finales de campaña.
En esa etapa Correa coincidió por primera vez con Luis Aragonés, un técnico que le marcó en su carrera. Sobre el Sabio de Hortaleza comentaba en Goal que "da mucha confianza. Habla mucho con el jugador, tiene su sistema, y sobretodo su manera de ser. Siempre defendiendo a los jugadores, siempre alentándole, hablándole bien. Es un gran entrenador. Sabe mucho de fútbol y da gusto haber trabajado con él". El Petete jugó una temporada más en el Atlético con 4 goles en 20 partidos ya en Primera antes de salir cedido a un Mallorca dirigido por Luis Aragonés en el año 2003 y con Samuel Eto’o e Ibagaza como estrellas. Nunca más volvería a jugar de rojiblanco, dejando 175 partidos como atlético, algo que atestigua su placa situada en el paseo de las leyendas del Wanda Metropolitano y 45 goles. En esa misma entrevista con Goal afirmaba que "siempre digo que la del Atlético es la mejor afición que hay en España seguro. Es muy fanática, es muy similar a las hinchadas que hay acá en Argentina, Uruguay. Alientan todo el partido. La verdad que siempre da gusto jugar así. Siempre fueron buenos recuerdos".
Positivo por Cocaína
En su primer año en la isla logró 10 goles en 31 partidos, pero su carrera dio un vuelco cuando Correa fue sancionado con un año de suspensión por la FIFA por dar positivo por cocaína en un control antidopaje al que se sometió tras un partido de la selección uruguaya en las eliminatorias para el Mundial de Alemania. El Atlético rescindió automáticamente su contrato. "Me quedé un mes y medio sin equipo, entrenando sólo y pasándolo muy mal. Entonces me llamó el Mallorca" comentó el Petete. Finalmente la sanción se redujo a 9 meses tras un recurso de los abogados. "Si una persona normal ya tiene ahí todas esas tentaciones, imagínese para un futbolista qué fácil puede ser. A veces te rodea gente que ni conoces. Esas cosas están ahí, pero depende de uno decir que no. Son temas que quedan ya en el olvido y sólo quiero centrarme en jugar al fútbol" afirmaba en su regreso a los terrenos de juego.
Correa había tenido el apoyo de Luis Aragonés, que al enterarse declaró que "tiene todo mi apoyo, tanto como amigo como entrenador. Nunca jamás hubo problemas con él, pongo las manos donde sea. Era un poco vago, pero a base de mimarle le hemos sacado un rendimiento muy bueno; jamás esperaba este tema". Finalmente jugaría nueve partidos más en el Mallorca, ya con Héctor Cúper en el banquillo y saldría al Valladolid en la temporada 2005/06 en la que jugó seis partidos y marcó un gol.
Regreso a Uruguay y debut como entrenador
Después de su corta etapa pucelana, Fernando Correa volvería al River Plate de Uruguay. En 2007 tendría una aventura exótica en el Shanghai Shenhua chino antes de fichar por Peñarol, donde militó dos campañas. El final de su carrera deportiva se produciría en el River de su corazón, donde colgó las botas en el año 2011.
Tras esto, comenzó su carrera en los banquillos. Primero como segundo entrenador de Diego Alonso, su histórico compañero de ataque en el ascenso. Así lo hizo en Bella Vista, Guaraní, Peñarol, Olimpia y Pachuca, antes de dar el salto como primera espada. Correa ejerció como entrenador del Club Atlético Cerro uruguayo hasta el 31 de diciembre, cuando su contrato finalizó y no recibió una oferta de renovación. En su haber quedó una gran cifra de 16 partidos seguidos sin perder en Liga en el pasado 2018.
Actualmente se encuentra sin equipo y no se ha olvidado de jugar al fútbol, ya que ha participado en diversos torneos benéficos con la selección uruguaya de veteranos y estuvo presente en el adiós del Vicente Calderón, jugando con los clásicos del Atlético contra una selección mundial. Quizás en su formación como entrenador tuvo que ver el compartir vestuario como colchonero con Simeone y el Mono Burgos, los dos técnicos que han cambiado la historia del Atlético. Correa, como ellos, fue un jugador pasional que acabó enamorándose del Atleti donde su idilio rojiblanco no ha finalizado, algo que demuestra en las redes sociales cada vez que tiene oportunidad.