"Con Solari tuvimos una relación muy buena en San Lorenzo en el final de su carrera. Tengo un gran recuerdo y un gran afecto por él. Como persona desearle lo mejor". Así se expresaba Diego Simeone el pasado mes de noviembre cuando el técnico argentino era nombrado entrenador del primer equipo del Real Madrid. Y bien cierto es la estrecha relación que han mantenido los dos entrenadores a lo largo de tiempos pasados en la capital madrileña. Tanto Solari como Simeone compartían secretos, confidencias, comentaban aspectos y resultados del fútbol argentino, español y mundial. Y lo hacían prácticamente semanalmente con una cena (casi secreta y a la que acudían muy pocos invitados). Ambos comentaban lo sucedido en partidos, soluciones a posibles problemas que se podían dar en cualquier tipo de encuentro, analizaban por qué era mejor tal o cuál sistema, etc...
Unas veces quedaban en Madrid; otras,al lado de la Ciudad Deportiva del Atlético de Madrid. Eran sus escondites preferidos para comentar la actualidad futbolística. Tanto Simeone como Solari han compartido equipo (el Atleti y el Inter de Milán, sin ir más lejos), han sido internacionales por la selección argentina (aunque el técnico madridista en mucha menos medida que el colchonero) y han hecho de Madrid la ciudad donde residir con sus respectivas familias. Bastantes puntos en común en dos hombres de fútbol. Fue en el restaurante De María donde empezó a retomar esta amistad. Ambos coincidieron un par de veces, hasta que un día se quedaron hablando de fútbol. El tiempo se pasó como se diluye un azucarillo. Quedaron para otras citas y de esa manera, seguir hablando. Solari lo explicaba así en la prensa argentina en 2015: "¿¡De qué vas a hablar con el Cholo, si no es de fútbol!? Es un fenómeno y siento por él máxima admiración, porque consigue lo que se propone. Está preparado para dirigir a los mejores equipos del mundo. ¿Barcelona o Real Madrid? No sé. No porque el Cholo tenga techo, que no lo tiene, sino porque lo veo muy identificado con el Atlético y su estilo".
Ahora la rueda de la fortuna ha girado hasta tal punto que se van a enfrentar en un derbi capitalino. Serán enemigos durante 90 minutos. Cada uno defenderá sus colores. Una pena que no puedan citarse en un restaurante cualquiera, como dos simples amigos, para hablar de cómo fueron aquellos 90 minutos de febrero de 2019.