Diez años del fichaje de Faubert: 1,5 M€ por 54 minutos
Este 30 de enero se cumple una década de uno de los negocios más increíbles del Madrid. Se le recuerda mucho más por sus líos que por su fútbol.
Era tan evidente que el fichaje de Faubert (35 años) no iba a resultar que alguien debió de pensar que sólo podía salir bien. Así que el 30 de enero de 2019, hoy hace diez años, el Madrid cerró su cesión del West Ham por 1,5 millones y una opción de compra de 6 que ni fue contemplada. Fue un fracaso conjunto, responsabilidad en diferente grado de Vicente Boluda, Miguel Ángel Portugal y Juande Ramos, hace una década presidente, director deportivo y entrenador del club blanco.
Fueron a por Antonio Valencia, pero se les salía de precio y acabaron metiendo en el Bernabéu al francés, de aquellas con 25 años. La operación acabó como una incontestable demostración de que lo barato sale caro, porque Faubert se fue de Madrid con 54 minutos en dos partidos en su historial y casi comparándose con Zidane: "Con 50 minutos en seis meses, ni siquiera él podría haber demostrado de lo que es capaz". También deslizó una especie de disculpa con la que era imposible no empatizar: "Sé que algunas personas se reían de mí. Nadie creía que podía tener éxito allí. Pero, ¿cómo me iba a negar a ir?". Hizo lo que cualquiera en su lugar: aceptar la oportunidad de su vida aunque le viniese tan grande como para reconocer que "cuando me comentaron la posibilidad, pensé que era una broma".
Fue breve, pero también inolvidable. De inicio a fin, en aquel medio año dejó momentos para el recuerdo. "Ha estado gris", empezó admitiendo Juande tras su debut. Desde ese estreno no se dejó de hablar de su sobrepeso y, aunque en su despedida señalase a la Prensa ("algunos tuvieron malas intenciones..."), su obra más distintiva fue una siesta en el banquillo visitante del estadio del Villarreal. Sus delirantes méritos llevaron a un aficionado, aprovechando ese filón, a dedicarle en su última presencia en el Bernabéu una despedida a la altura del personaje: una pancarta en la que se leía "Gracias por todo, Faubert". En verano regresó a Inglaterra y dejó un vacío de singularidad que sólo Coentrao, que aterrizó dos temporadas después, consiguió llenar.