Ganar la semana pasada en el Coliseum Alfonso Pérez al Getafe (1-2) fue un chute de autoestima para el Barça. El equipo azulgrana supo jugar, tuvo que pelear y cuando creía que podía golear, comenzó a sufrir hasta que se acabó el partido. Es cierto que los culés volvieron a casa con tres puntos que le daban el honorífico título de campeón de invierno (no vale para nada) y con la sensación de tener que aprovechar sí o sí la benevolencia del calendario: en una semana el Barça jugará tres partidos en casa, dos de Liga (hoy y el domingo siguiente ante el Leganés) y uno de Copa (el jueves ante el Levante), que deben servir para acabar de grapar toda la autoestima posible.
Messi quiere su gol 400 en LaLiga y Suárez volver a recibir el aliento del Camp Nou, algo que no hace desde que el 28 de octubre, cuando un hat- trick suyo valió para golear al Real Madrid aún de Julen Lopetegui (5-1). Y delante, el Eibar, un equipo rocoso que tiene la lección aprendida desde hace tiempo y que tratará de ahogar a los culés en la salida del balón. Lo estuvieron practicando y se ven capaces para lograrlo. La estadística juega en su contra (ocho derrotas en ocho partidos), aunque nadie debe olvidar que algún día, el menos pensado, puede suceder lo contrario. Veremos.