Wolfram Wuttke, el 'maldito' antihéroe alemán
Un libro atrapa las tribulaciones del malogrado futbolista. Díscolo, bigotudo y de piernas arqueadas. Una leyenda del Espanyol, desde la puerta 45 de Cornellà.
Podría perfectamente Wolfram Wuttke haber protagonizado una tragedia griega. Y, de hecho, algo así debía pensar él mismo, cuando irónicamente aseguró que, si un día escribía su autobiografía, la titularía 'La maldita vida futbolística de Wolfram Wuttke'. Su prematura muerte, el 1 de marzo de 2015 a los 53 años, no ha impedido que el libro finalmente sea una realidad. Pero su autor ni es alemán ni siquiera ha vivido de cerca el aroma de Sarrià. Se trata de José Miguel Gala, un madrileño de 41 años, futbolero nostálgico... Y perico. Atrapado, en cualquier caso, por una figura apasionante. Como todo aquel que voluntariamente decide salirse de la fila.
"Como tantos otros niños de los 80, mi simpatía hacía el Espanyol empieza tras la final de la UEFA de Leverkusen. En aquellos años, que un equipo español llegase a la final de la Recopa o la UEFA, tenía bastante mérito. Y más si eliminas a Inter, Milán Brujas y Gladbach", explica a AS el autor, sobre su acercamiento al Espanyol a más de 600 kilómetros de distancia: "Yo era un niño que jugaba a las chapas, hasta entonces con el Madrid, y a partir de ahí, empiezo a jugar siempre con el Espanyol", sentencia.
Y así llegamos al protagonista del libro, y de esta historia: "Cuando me entero del fichaje de Wuttke, yo ya le tenía presente de los Juegos Olímpicos de Seúl. Era alemán, tenía bigote, jugaba con la selección. Reunía todos los requisitos de fichaje galáctico (para la época, claro está). Recuerdo el cromo de Wuttke, y aquellos años convulsos del Espanyol entre Primera y Segunda, Segunda y Primera", evoca un Gala que explica cómo "Wuttke se marcha, y pasa el tiempo. Y en 2015, leo su obituario. Investigo cómo han sido sus últimos años de vida, su mala suerte, su fijación continua por pegarse un tiro en el pie... Cuando leo una entrevista en la que de forma irónica dice que titularía su autobiografía 'La maldita vida futbolística de Wolfram Wuttke', pienso que sería interesante escribirla. Y según voy descubriendo cosas, el personaje se me hace cada vez más simpático, más próximo". Y de este modo empieza una labor de investigación, entrevistas y documentación que se condensa en un libro, humilde pero potente, autoeditado a través de eLena Design.
Beckenbauer: "Era alguien tan genial como salvaje"
Fue nada menos que Franz Beckenbauer quien describió a Wuttke como "alguien tan genial como salvaje". El futbolista alemán con menos pinta de serlo, por su carácter díscolo y su físico (bajito, con bigote, por decirlo de algún modo más parecido a un español medio de las películas del destape). Nacido en la zona de Ruhr, la cantera de Alemania, a pocos minutos de Dortmund, a los 15 años ya alcanzó la categoría de profesional en el Schalke 04. Y la de astro del balón parado, lo que él mismo atribuía a sus características piernas arqueadas, y cuyo legado aún permanece en la memoria de Sarrià.
Durante su paso por el Borussia Mönchengladbach, y con Jupp Heynckes en el banquillo, ya empezó a esconder cigarrillos en las medias, a beber cerveza en los descansos, y a protagonizar anécdotas. Como el Rolex que le regalaron para que dejara el club, y que resultaría ser falso. O que presuntamente orinara en la cama de Dietrich Weise, su seleccionador en la Sub-21. Había nacido la leyenda.
Su destino futbolístico no mejoró ni de vuelta al Schalke ni al recalar, en 1983, en un Hamburgo que acababa de alzar la Copa de Europa. De entrada, le cayeron ocho partidos de suspensión por escupirle a Peter Löhr, del Fortuna de Dusseldorf. En una entrevista a 'Bild', Wuttke confiesa que sus tres grandes aficiones son "el tenis, la música y dormir".
Mejor suerte correría en el Kaiserslautern. Un desempeño que lo llevó a la Eurocopa de 1988, por lesión de Lothar Matthaus, y a los Juegos Olímpicos de Seúl, donde se colgó el bronce. Citas en las que demostró que, de haber querido, habría acabado en la Alemania campeona del Mundo en 1990.
Bronca con Luis Aragonés, y el ministro Corcuera de testigo
Sin embargo, aquel año, en invierno, llegaba al Espanyol. "Con Wuttke nos ha tocado la lotería", declaraba eufórico Julio Pardo, presidente, que lo prefirió antes que al entonces joven polaco Roman Kosecki. Y sí, entabló una buena amistad entre copas de whisky con Steve Archibald. Pero se peleó con José Luis Zalazar. Y se las tuvo con el técnico, Luis Aragonés: una de esas broncas, en un hotel de Bilbao, tuvo al ministro de Interior, José Luis Corcuera, como testigo presencial.
'Wutty', como lo bautizó la plantilla, dejó más huella por su enorme personalidad que por sus logros. Hasta que se marchó al Saarbrücken y a los pocos meses, en 1993, se retiró tras una fractura de hombro. En 2015, fallecería tras un sinfín de desdichas, desde acabar en la ruina hasta padecer un cáncer de mama.
"¿Wuttke, Vinicius o Malcolm? No hay color"
"Hoy ya no quedan jugadores como Wuttke, el último quizá fue Cassano. Hoy en día, los futbolistas son como jugadores de la NBA, una mezcla de rock-stars y atletas", reflexiona Gala, el autor.
"El concepto de éxito o fracaso es relativo. El mundo está lleno de fracasados que se creen gente de éxito, y viceversa", apunta. Y añade: "A Wuttke le daba bastante igual todo eso, por eso su figura tiene un punto muy literario. No se tomaba tan en serio a sí mismo como los futbolistas de ahora. Wuttke jamás habría tenido Instagram, por ejemplo", asegura. Y sentencia: "Yo comparo a Wuttke con Vinicius o con Malcolm, y pienso: no hay color. El problema es que el fútbol actual ha perdido toda la magia que tenía antes de la ley Bosman".
Gala espera que la publicación del libro sirva para honrar la memoria de Wuttke y para que "por un extraño capricho del destino, esa maldita vida futbolística de aquel Espanyol de finales de los ochenta y principios de los noventa, se traduzca en algún título esta temporada".
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