Víctor: "Saldremos adelante; hay que tener fe, optimismo e ilusión con este equipo"
Víctor Fernández está todavía más convencido de salvar al equipo aragonés de su grave situación clasificatoria, aunque alerta de que el proceso será largo, duro y costoso.
—En el fútbol no hay grandes secretos ni milagros, pero ¿cómo se puede cambiar tanto a un equipo con sólo tres entrenamientos?
—El punto de partida fundamental, sin lo cual nada tiene razón de ser, es la predisposición y la actitud que los futbolistas mostraron a mi llegada. Si a eso le unes que son muy receptivos con el mensaje que les trasladas, todo resulta más sencillo. En cuanto pisé por primera vez el vestuario ya percibí ese primer paso. Creo que ha sido un mensaje diametralmente opuesto al que han ido recibiendo en los últimos meses, entendiendo que podía encajar perfectamente con las características de la plantilla, y eso es lo que me ha invitado al optimismo después de los entrenamientos. Tenía la gran duda de cómo iban a competir y lo cierto es que compitieron bien en una situación bastante adversa y delicada, con un marcador en contra.
—¿Qué vestuario se encontró el primer día?
—Los jugadores estaban caídos, desorientados, pero con muchas ganas. Cuando yo saludé a todos los jugadores, a través de Belsué, intenté mirarles fijamente a los ojos sin decirles nada. Fueron impactos de tres o cuatro segundos a cada uno para ver quién bajaba la cabeza, quién la mantenía firme y a quién se le veía dispuesto a acompañarme en la batalla y a decir que esto lo sacamos. Me di cuenta de que el equipo quería y que necesitaba ganar. Era orientarles y darles las herramientas adecuadas porque anímicamente no podían estar altos. El equipo, en ese sentido, trabajó muy bien desde el primer día que llegué.
—¿Le ha servido el hecho de que haya podido ver prácticamente todos los partidos del Zaragoza esta temporada?
—Por casualidades de la vida, hice dos o tres colaboraciones en Aragón TV en los partidos de la pretemporada y ahí tuve la oportunidad de estudiar y analizar las características de la mayoría de los jugadores del equipo en directo. Después, como siempre he hecho, he tratado de ver la mayoría de los partidos del Zaragoza. Este año ha coincidido que han echado por televisión todos los encuentros y eso facilitaba que me los pudiera grabar si no los podía ver en directo. He tenido más ventajas y más facilidades para ver todos los partidos del Zaragoza. Para mí ha sido vital.
—¿Tenía bastante claro su primer once cuando llegó?
—El once nunca lo tienes absolutamente al 100%, pero la idea sí. Sabía qué idea tenemos que potenciar, desarrollar y trabajar en los entrenamientos. Es una idea que encaja en las características físicas, técnicas y tácticas del equipo, pero también quiero decir que no podemos perder la perspectiva. Son tres entrenamientos, muy buenos, y un partido con una victoria muy necesaria y muy bien fundamentada en unos gestos técnicos y un juego colectivo importantes, pero sólo es un partido. El proceso va a ser largo, duro y costoso. Necesitábamos esa inyección de vitalidad y confianza que te da ganar un partido y de la forma que lo conseguimos en La Romareda.
—En esta tercera etapa en el Zaragoza ha cogido al equipo en Segunda y en una situación muy complicada en la clasificación, algo que no le había ocurrido hasta ahora, a excepción de sus primeros meses como entrenador en el año de la promoción. ¿Es como un volver a empezar en su carrera?
—El escenario no tiene nada que ver con el que yo he vivido en mis dos etapas anteriores, ya que a excepción de los tres meses en los que asumí la responsabilidad del equipo para salvar la categoría en una promoción, normalmente me ha tocado vivir un escenario ambicioso de entrar en Europa. Lo logramos muchas veces, se consiguieron títulos y se jugaron finales, por lo que no es un escenario del que yo estuviera empapado, a excepción de esos tres meses. Aquí hay más tiempo para trabajar.
—¿Los partidos se viven con mucha más tensión en esta situación?
—Sí. El del Extremadura ha sido uno de los partidos que he vivido con más nerviosismo. Fue un desgaste mental y físico, ya que son muchas emociones concentradas y momentos muy complicados. Entrar al vestuario y decirle al equipo que está jugando muy bien, que siga en la misma línea y que es un ejercicio de fe y de supervivencia y aportar un par de matices tácticos fue una prueba para todos, también para mí. Los jugadores me tenían que ver en el descanso lo suficientemente sereno y confiado de que las cosas iban a salir bien y acompañarles en esa sensación y en esa emoción. Eso es muy duro y es de los partidos más agotadores de todos los que he dirigido en mi vida porque eran muchas emociones, mucha necesidad, muchas circunstancias, no podíamos defraudar a más de 20.000 personas que estaban emocionadas y entregadas con el equipo desde el primer momento… Eran muchas cosas.
—¿Qué percibió en la calle en esos días previos y en la noche posterior al partido?
—La gente me ha recibido fantásticamente y sólo puedo tener palabras de agradecimiento. Cuando se gana ya es más fácil, pero a mi edad y con todo lo que he vivido, el elogio, los gestos de admiración y el cariño los agradezco, pero no me van a confundir en mi línea de trabajo y actuación. Me voy a entregar al 100% por el Zaragoza, voy a intentar estar muy acertado en todas las decisiones que tengo que tomar día a día en los entrenamientos y en los partidos y, sobre todo, voy a defender un fútbol que es el que a mí me emociona y el que creo que emociona a La Romareda.
—Veintinueve disparos de once jugadores diferentes. Es un dato que impacta bastante.
—Surgió así. Nos son cifras que sean muy habituales en el fútbol actual.Hubo una multiplicación de funciones en todos los jugadores y hubo un compromiso por parte de todos cuando teníamos la pelota de mostrarse al compañero, ofrecerse y no esconderse. Eso demuestra que el equipo tiene personalidad. Y también hubo un compromiso colectivo a la hora de presionar, defender e intentar robar en zonas muy avanzadas. Esa participación ofensiva de todos los jugadores es muy importante porque posiblemente no tengamos un gran especialista del gol y eso lo debemos suplir con las apariciones de muchos jugadores.
—¿Uno de los objetivos es convertir a Marc Gual en jugador eficaz de cara al gol?
—Posiblemente el chico esté ansioso. Le hemos cambiado un poco su rol dentro del equipo y su forma de ubicarse dentro del terreno de juego, pero creo que él tiene que estar muy esperanzado porque ya en el primer partido tuvo tres o cuatro ocasiones de gol y eso para un delantero es fundamental. Cuando tenga un poco más de serenidad y una mejor elección, va a ser un chico que tendrá mejores estadísticas. Yo estoy muy contento con el partido de Marc Gual a nivel individual porque trabajó muy bien para el equipo, nos dio muchas soluciones en ataque y lo más importante es que se sacrificó por el bien colectivo.
—Hubo grandes actuaciones individuales como las de Pombo, James, Papu, Javi Ros…
—Yo puedo responder a cualquier pregunta que se me haga a nivel individual de los jugadores del Zaragoza y además debo ser muy generoso en los elogios y en los comentarios porque realmente se lo merecen, pero por encima de esas actuaciones individuales, yo me quedo con el funcionamiento colectivo y cómo se posicionó el equipo para que esas individualidades brillaran. Eso es lo más importante, y que se ayudaron todos tanto en defensa como en ataque. Que después esas individualidades volvieron a ver la luz en sus acciones es algo evidente e indiscutible, pero porque se sostuvieron en un buen funcionamiento colectivo que les permitió mostrar lo que individualmente llevan y, en definitiva, hablar en el mismo idioma.
—En la segunda parte durante varios minutos coincidieron Pombo, Marc Gual, Álvaro y Papu. ¿Fue por exigencia del guion o es posible ver a los cuatro juntos de inicio?
—Hay que ir paso a paso, pero dependerá de los momentos de forma. Yo, en ese sentido, no me asusto de nada. Lo que yo quiero es que todos los jugadores estén en su mejor nivel y que después yo pueda elegir lo más adecuado para el equipo y para intentar ganar el partido, pero es una muy buena noticia que Papu se esté recuperando y que pueda jugar con Pombo, Marc Gual o Álvaro. Es una muy buena noticia de cara al futuro, pero hay que respetar los tiempos.
—Una de las novedades fue la posición de Álvaro, partiendo desde la banda izquierda...
—Fundamentalmente, lo que uno busca es tener más amplitud de ataque, que el rival tenga menos referencias y conseguir superioridad por dentro, pero también tener opciones por fuera a partir de un buen juego posicional. En ese aspecto, Álvaro hizo un partido impecable. Nos dio una opción, siempre lo teníamos en disposición de abrirnos el campo y encarar… Hizo un partido muy notable.
—El Zaragoza quiere reforzarse en este mercado invernal con dos jugadores como Dorado y Linares, con experiencia y que han pasado por el filial.
—Yo no sé quién va a venir. Yo tengo menos información que la dirección deportiva y que la dirección general del Real Zaragoza y, por tanto, voy a respetar al 100% el plan o la estrategia deportiva que el Zaragoza lleva trabajando desde hace varias semanas. Lo único que puedo decir, como entrenador, es que estoy muy satisfecho con la plantilla que tengo. Yo me estoy limitando a respetar el plan que estaba diseñado y lo único que puedo puntualizar es que, si viene alguien, que sea un jugador que se implique desde el primer momento y que venga realmente a ayudarnos porque estamos en una situación desfavorable. Para mí es fundamental la implicación y el grado de compromiso del que entre. En cuanto a las necesidades, lo único que le he dicho a la dirección deportiva es que necesitamos un atacante por una cuestión numérica. ¿Por qué? Porque Medina, que es muy buen profesional, está en un proceso de adaptación al fútbol europeo que le está resultando bastante largo y complicado, a lo que la trayectoria del equipo tampoco ha ayudado, y porque las perspectivas de Toquero no son nada favorables para su reincorporación al fútbol profesional. Por tanto, necesitamos por una cuestión de número un atacante.
—En su presentación se mostró seguro de salvar al Zaragoza. ¿Después de esos primeros entrenamientos y de ese primer partido ha aumentado esa convicción?
—El discurso puede ser el que requiera la situación y no te lo creas o puede ser el que requiera la situación y que además lo hagas desde la convicción más absoluta. Y esto último es lo que he hecho yo. El discurso pudo parecer bastante agresivo desde el principio, pero porque yo me lo creo. Y de eso los jugadores se dan cuenta rápidamente. Si ven que su referente en cuanto a toma de decisiones, que es su entrenador, transmite dudas en su mensaje, enseguida te pillan. Yo lo dije porque estoy convencido de ello, lo tengo interiorizado y me sale de dentro y porque además la situación lo requiere. Yo creo que hay que tener fe, ilusión y optimismo en este equipo. Si el equipo y la afición se lo creen y están unidos, será duro, pero tendremos más fuerza entre todos para sacarlo adelante. Yo lo pensaba antes del primer entrenamiento, lo pensaba después del tercer entrenamiento y lo pienso después del partido, pero sin perder la perspectiva de que tan solo es un partido. No llevamos ni una semana de trabajo y nos quedan muchas cosas por mejorar y por hacer porque se ha perdido demasiado tiempo.
Clasificación | PTS | PG | PE | PP |
---|
Próximos partidos |
---|