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LIGA IBERDROLA

Marta Perarnau dejó el atletismo por el fútbol y el Rayo Vallecano

Es hija de los exatletas Martí Perarnau y Loles Vives. Tras nueve años en el Rayo, se ha afianzado en el primer equipo de la Liga Iberdrola.

Marta Perarnau posa en la Ciudad Deportiva de Vallecas, a donde llegó con 14 años.
PEPE ANDRESDIARIO AS

Marta Perarnau (Manresa, 1995) es hija de Martí Perarnau, excampeón de España de salto de altura, y de Loles Vives, primera española en bajar los 100 metros de los 12 segundos. Reconoce que lleva el atletismo en los genes. Su hermano, músico, es el “garbanzo negro” de la familia, el único que no ha practicado atletismo. Las pruebas de Marta eran las vallas. Estudiante de Psicología, compaginó el atletismo con el fútbol hasta 2016, cuando tuvo que elegir y ganó el fútbol: “Mis padres no influyeron porque veían que me gustaba más el fútbol. Les encantó mi decisión porque era seguir haciendo deporte”.

La pasada temporada dio el gran salto al primer equipo, después de casi una década en el club. Esta temporada se está consolidado en el primer equipo del Rayo, que es sexto de la Liga Iberdrola. Ha jugado como titular todos los partidos menos tres y es una de las habituales en la defensa del equipo que entrena Irene Ferreras.

Llegó al Rayo con 14 años, momento en el que ya no pudo jugar con los chicos. Pese a que toda su familia es del Barcelona y ella competía en atletismo con el club azulgrana, el equipo de Vallecas le robó el corazón: “El Rayo es especial. Es tan humilde, la gente es tan cercana y te abre los brazos desde el minuto uno, que al final sientes que te tienes que quedar. El sentimiento que te despierta el Rayo no es comparable a ningún club”.

Marta reconoce que le gustaban los dos deportes, pero tuvo que elegir: “Son deportes distintos y había cosas del atletismo que me venían muy bien para el fútbol y otras no tanto. La preparación física la alternaba bastante bien, pero los impactos de las caídas de las vallas me machacaban los pies y luego llegaba al campo y los notaba más molestos”.

Pertenecer a una familia de deportistas tiene sus ventajas, aunque a veces también algún inconveniente: “Cuando acabo un partido, siempre pido opinión a mis padres. Ellos me analizan todo constantemente. A veces llega a perturbarme un poco... Son muy inteligentes a nivel deportivo y saben cuándo estoy bien mentalmente y cuando no y me dan consejos, que me ayudan a mejorar”.