Vinicius pide la titularidad
Se tomó en serio el partido con el CSKA, que pareció estorbar a casi todos sus compañeros. Su papel, líder en regates y faltas recibidas, sirvió de mensaje.
Vinicius empieza a asemejarse a la idea de hijo modélico: trata de ceñirse a lo que le pide papá Solari e intenta hacer lo que le gusta a mamá afición. Esa actitud le va dando inmunidad, un tesoro con un entrenador sin miedo a sacrificios y una grada con la escopeta cargada. El miércoles, casi ajeno al terremoto que provocó el CSKA en el Bernabéu, salió ileso del desmorone general. Fue su forma de pedirle más protagonismo ante el Rayo a su técnico, que tiene a varios cabezas de cartel con la inspiración por los suelos. Uno de ellos, Bale, está convaleciente y ni ha entrado en la convocatoria.
Contra los rusos, Vinicius hizo historia en sentido contrario al equipo, paradoja de cuya casualidad se puede sospechar: mientras Vini agradaba y se convertía en el tercer titular más joven de los blancos en toda la historia de la Champions, el Madrid se la pegaba con la derrota más abultada de siempre en casa en la competición. Asumiendo que sería de los pocos en encontrarle interés a un encuentro matemáticamente irrelevante, el chico lo intentó una y otra vez, concentrando en su figura las ganas y el fútbol que escasearon a su alrededor.
Fue quien más regates intentó (11) y completó (siete, por encima de cualquier compañero en cualquier partido de esta temporada), quien más faltas recibió (tres, empatado con Isco y Asensio) y el segundo que más centró (cinco veces, a dos de Marcelo). Sin embargo, su constancia, dos remates y 20 duelos sólo le llevaron a estrellarse contra un muro: también lideró la estadística de tiros bloqueados (cuatro). En defensa dejó dos entradas con éxito y una recuperación.
Sus dos taconazos, especialmente práctico el de la jugada que hilvanó con Asensio y Benzema en el 32' y que el balear no supo concretar, y su cabalgada con asistencia a Isco que acabó en siesta del malagueño en el área y berrinche con el público, ya engordan el metraje de sus highlights. Datos al margen, son esos detalles los que le han transportado a su primera gran victoria como madridista: la autoproclamación como ilusionador y agitador principal del reino. En el Bernabéu hay unanimidad: la hora de la diversión llega cuando el balón pasa por él, la misma sensación que cuando suena la sirena del recreo en los colegios. Y eso es mucho, tanto como para acortarle el camino hacia la titularidad.
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