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VALENCIA

Razones de una pañolada

Lo que la grada pide son soluciones, que los que están cambien la dinámica. El Valencia ha sumado 18 puntos de 45 en juego, una miseria.

Panorámica de Mestalla.
DIARIO AS

Caras largas y varias charlas. Así ha transcurrido la vuelta al trabajo del Valencia, que tiene ahora que preparar un partido contra el Manchester United que de nada le servirá en la Champions y que se convertirá en otra moción de confianza o de censura de su afición. Ello con Peter Lim de nuevo en Mestalla, un dueño que permanecerá hasta el jueves por Valencia y que mantendrá reuniones con Anil Murthy, Mateo Alemany, Pablo Longoria y en principio también con Marcelino.

Mestalla mostró su malestar contra el Sevilla. Inclusive pese al gol de Diakhaby en el tiempo de descuento y que evitó la derrota. Pero Mestalla se ha cansado de empates. No pedía cabezas, más allá de la CurvaNord la de Anil Murthy. Lo que la grada pide son soluciones, que los que están cambien la dinámica. El Valencia ha sumado 18 puntos de 45 en juego, una miseria para todo lo que se ha invertido en la plantilla y las expectativas que generó.

La temporada del Valencia está siendo decepcionante y preocupante. Decepcionante porque Mestalla solo ha visto ganar un partido a su equipo en Liga (contra el Rayo) y solo han celebrado 12 goles en 15 jornadas. En la Champions League el equipo ha quedado eliminado sin tan siquiera disputarse el sexto partido y en la Copa del Rey Jaume evitó que el Ebro se les subiera a las barbas. A su vez es preocupante porque, como dijo el viernes en la Junta de Accionistas Mateu Alemany, "el Valencia está viviendo por encima de sus posibilidades (económicas)". El proyecto se sustenta en volver a estar el año que viene en la Champions, algo que hoy se ve difícil. Y sin Champions, ventas y más, es decir, volver a empezar en lo deportivo y solo para parchear (no solucionar) lo económico.

Todo ello causa haztargo entre los aficionados, que vienen de ver al equipo dos años el que hace el 12 y esperaban más en este curso del Centenario. La afición ha mostrado desde que se iniciara la temporada respeto por el equipo y el cuerpo técnico, reconociéndoles lo hecho el curso pasado y demostrando madurez en su crítica. Mestalla no ve un equipo en descomposición, pero sí un equipo que tiene que espabilar. Por ello contra el Sevilla dijeron basta sin acusar directamente a nadie, porque se dirigían a todos. Porque todos tienen su parte de culpa, como dijo Marcelino.

Marcelino se mantiene fiel a su 4-4-2, inclusive cuando los partidos se le ponen cuesta arriba como contra el Sevilla. Sus cambios fueron de hombre por hombre, sin variar el esquema ni su idea. Entiende el asturiano que hacerlo es síntoma de debilidad y que ello mostraría dudas a sus jugadores. Pero la grada ve que el equipo no va, que no tiene los recursos del año pasado, aunque tampoco -como defiende Marcelino- la definición y el acierto. Pero al técnico se le pide algo diferente, que les sorprenda a ellos y a los rivales, y también le reprochan, por ejemplo, su insistencia por Guedes cuando el portugués anda renqueante de su lesión o se preguntan qué pasa con Murillo.

Los futbolistas tampoco se libran de las protestas. De hecho a su rendimiento (colectivo e individual) van dirigidas muchas de las críticas. Parejo dijo tras el partido que "estoy acostumbrado a los silbidos y sé que cuando ganemos recibiremos ovaciones". De Parejo o de Rodrigo, Mestalla espera más, que sean los que fueron el curso pasado, aunque hay que decir que ellos no se esconden y también que la gente es (bastante) menos condescendiente que con otros. Quizás ahí pasa que llueve sobre mojado. Parejo lleva siete años en el club, tiempo en el que han habido más tristezas que alegrías; mientras que Rodrigo lleva 21 partidos sin ver puerta con el Valencia y aunque su voluntad está fuera de dudas, los delanteros viven del gol.

La crítica a Batshuayi es caso aparte. A él se le silba por su rendimiento, pero es también el reflejo del que están teniendo la mayoría de refuerzos realizados. La planificación también deja dudas. Digamos que el rendimiento de los fichajes alimenta esas críticas. No se pone en duda la inversión realizada, sí el acierto y la elección en los refuerzos. Hasta la fecha no han demostrado prácticamente nada ninguno de los nuevos. Hasta Kondogbia está lejos del que demostró ser como cedido. Solo Wass se ha ganado un lugar en el once... y fuera de su sitio, de lateral. Y claro, entre eso, la falta de gol y también de carisma de gente como Batshuayi, la afición no se olvida de Simone Zaza.

Las críticas también van dirigidas al palco, en concreto a Anil Murthy. Dice el presidente que "Twitter no es Mestalla" y no le falta razón. Los pañuelos del sábado no fueron virtuales ni los agitaron desde el anonimato de la red. Lo curioso es que él sí utiliza Twitter para transmitir mensajes, unos tuits que avivan más la hoguera. Su insistencia en calificar a los aficionados como "verdaderos y falsos" cansa a la mayoría de Mestalla, que se da por aludida pese a que él se refiera a unos pocos. Pero Murthy no concreta, comete el error de generalizar y de insistir. Por ello, la mayoría de aficionados, aquellos que asumieron el proceso de venta con resignación y también a su vez con normalidad, se han cansado de ese discurso y no están dispuestos a que le den lecciones de valencianismo.