El empuje del Granada no tiene límites. Dos veces se adelantó Las Palmas, tantas veces remontó. Dejó en Gran Canaria su impronta de líder, maximizando ocasiones y recursos. Mientras, los locales siguen con la zozobra propia que dan cuatro empates seguidos. Jiménez, todavía más cuestionado.
No por esperado el juego de ambos equipos dejó de ser soporífera la primera parte. Quizás por el excesivo respeto recíproco, lo cierto es que Las Palmas y Granada apenas permitieron que nada pasara en los 45 minutos iniciales. Tanto fue así, que la primera acción de peligro, y tampoco tanto, no llegó hasta el minuto 13, cuando Ramos falló solo ante Raúl tras una falta botada por Vadillo. Poco después, a Tana la faltó destreza cuando encaraba a Silva. El acto inicial fue poco a poco tejiendo una telaraña en el centro del campo del que apenas salía nada productivo, por lo que había que esperar un caso aislado, como esa pelota que desvió Rubén tras un chut de Araujo, para poner algo de picante al partido y, en este caso, el 1-0 en el marcador.
No pareció estremecerse el Granada tras el descanso, empatando Ramos de inapelable cabezazo en el minuto 53. Después, la nada. Con el marcador igualado, parecían ambos equipos más preocupados del rival que de sí mismos hasta que Araujo, en el 79', hizo el 2-1. Después Raúl fue héroe y villano, parándole un penalti a puertas y cantando, él y Timor, en el gol de Rodri, que terminó por hacer justicia y que ambos equipos se queden como estaban.
