Otro empate en Butarque
Griezmann adelantó a un pobre Atlético con un golazo de falta pero Carrillo empató en el 82' y dejó a los rojiblancos sin liderato.
Sigue el Atleti con cara de empate cuando sale de casa. Ayer fue Butarque. Otros dos puntos que vuelan para el Cholo en esta, LaLiga más apretada. Esos que pueden faltar al final. Su Atlético salió con Griezmann capitán y una prueba, la de Gelson en Primera. Que después de brillar en Tercera, en la Copa, hubo premio: primera titularidad en LaLiga. Jugaba arriba, su sitio, según el Método Cholo. Saludó en seguida al partido el Atlético, en el pie de Correa, tras cesión del capitán Griezmann, a la madera. En ese momento, como en Sant Andreu, el incordio era Gelson. Pellegrino pronto se había levantado de su banco. Incómodo, entre ese runrún que crece sobre su cabeza, como una mancha de tinta en el agua.
Otro empate en Butarque
El Lega no terminaba de acechar la portería de Oblak, pero en el 20’ la ocasión con más malicia fue de un hombre de la casa: En Nesyri. Su cabezazo sobrevoló la portería de Oblak como vuelan los cazas. El Atleti se desvanecía. Nada de Lemar, poco de Grizi, menos de Correa. Sólo Gelson cambiaba el ritmo al partido.
Corrió, peleó y buscó, aunque se trastabillara al llegar al área, pero ahí estaba, al menos. Pudo anotarlo Simeone. A su equipo le faltaba circulación y acierto. Su mayor peligro fue un trallazo desde fuera del área de Filipe, otro. Últimamente es su bota, la del brasileño, la mayor amenaza. Para pensarlo tras haberse gastado 140 millones en la punta en verano (los 50 de Costa, los 15 de Kalinic y los 75 de Lemar) y que no esté afilada. El juego del Atleti era el pelotazo. Lo escrito, con Correa, Lemar y Griezmann. Pero es que Rodrigo intentaba salir con balón y nadie venía a recibirlo. Ay Koke, cuánto se te añoró. El Atleti estaba en uno de esos días tostón, difícil de ver, imposible, feo.
Creció el Leganés en su orden atrás, su presión alta y sus ganas. Motivadísimo y sostenido en un doble pivote que alzaba mentón, Recio-Rubén Pérez, por delante de una defensa que al Cholo se le atraganta siempre: la de los tres centrales.
La segunda parte comenzó como el partido, con Gelson. Logró el centro del campo filtrarle un balón, Saúl. No era imposible, se podía, sí. Escapó el portugués rapidísimo pero a su encuentro salió Cuéllar, providencial. El partido había cambiado. Los mismos jugadores, absolutamente otros. Dieron un paso adelante, atacando, generando juego, como si les hubieran salido a todos los dientes al descanso. Aparecía Grizi, planeaba el gol en los córners, a cada salto de Savic, a Omeruo se le llenaban las botas de agua de tanto achicar.
Pero el peligro real era, de nuevo, En Nesyri, que obligó a Oblak a sacar su mano milagro. Simeone miró al banquillo para hacer doble cambio. Entonces Gelson se escapó por enésima vez, Rubén Pérez le frenó con falta y ante Griezmann se presentó la oportunidad. Pidió el balón y, a unos 25 metros, lo colocó en la hierba con delicadeza para golpearlo con fuerza, telemétrico a la red y al corazón de noviembre, este su mes malo, ante un Cuéllar de yeso. Ya se había forrado el francés la bota de oro, ya era el mejor, y Simeone se quitaba un cambio: sólo entraba Thomas (por Lemar), Kalinic esperaría.
Rascaba el partido. Rodillazos, plantillazos, gritos de dolor. Se había lanzado el Lega a por el gol a la desesperada y a la desesperada y el sol de su parte lo encontró, en el 82’. A balón parado, su arma, como antaño del Cholo, qué lejos ya. Remató picado Tarín al travesaño, Oblak no llegó y Carrillo, desde el suelo, empató. Valía. Pellegrino había cambiado el destino desde los cambios.
Cuando Simeone sacó a Kalinic faltaban tres minutos para el final y el Atleti percutía por la izquierda, con Vitolo. La última del partido fue así, de Vitolo, balón a Filipe que envía un centro perfecto a Grizi. Pero éste lo pateó mal, la pelota se escapó alto. Es noviembre. Y así Butarque se lo recordaba al francés.