Wembley: el mejor escenario en el peor momento

Tres veces jugó el Barcelona en Wembley. Dos en el demolido: la final de la Copa de Europa (aún bajo esa denominación) de 1992 ante la Sampdoria (la primera que ganó) y un partidazo de Champions ante el Arsenal (2-4) en la temporada 1999-2000, con Louis van Gaal en el banquillo (fue un 20 de octubre). La primera vez fue una noche mágica para Ronald Koeman y el barcelonismo. La segunda, para Luis Figo, Luis Enrique y un joven Francesc Arnau, que posiblemente jugó su mejor partido como profesional.

La tercera vez y última hasta el momento que los azulgrana visitaron el Norte de Londres fue en 2011, en otra final de Champions. Allí, los jugadores de Pep Guardiola firmaron una oda al fútbol, pasaron por encima del Manchester United (3-1) y vieron como Eric Abidal, actual secretario técnico azulgrana, era invitado por Carles Puyol a levantar el trofeo de campeones tras un transplante de hígado.

Al Barcelona, venir a Wembley le sabe a gloria, aunque hay temor en el seno del vestuario para afrontar el partido. “Es el peor rival que podríamos tener en este momento”, aseguran. “La intensidad y fortaleza del Tottenham no es la mejor receta para afrontar el momento del equipo, que no es malo, pero tampoco es el mejor”, remarcan. Tres partidos seguidos sin ganar en Liga (dos empates en casa, ante Girona y Athletic Club), combinado con la derrota en Butarque hacen que la autoestima azulgrana esté algo tocada.

Lionel Messi decidió tras el partido frente al Athletic lanzar públicamente un mensaje de optimismo y hacer autocrítica. Dio un puñetazo en la mesa. “Eso es bueno”, indican desde el vestuario. “Ha descargado al equipo de tensiones y eso puede unir aún más al grupo”, apuntan.

El que tendrá un reto importante es Luis Suárez, El uruguayo, capital para el ataque del Barça, lleva tres goles en la temporada. Es verdad que ha mejorado mucho desde el inicio de curso, cuando no acertaba con el juego en corto ni combinando con sus compañeros. Ahora está más suelto. Pero él es el primero que debe cumplir con viejas deudas. Suárez no marca en Champions como visitante desde 2016 en Roma. Sí, el mismo día que Radja Nainggolan le partió la rodilla a Rafinha y la mismo noche que Alesandro Florenzi hizo el gol de su vida al superar a Ter Stegen desde más allá del medio campo.

Hasta entonces el uruguayo había sido clave en Europa para el Barça (siete goles en su primera temporada y ocho en la segunda), pero en Roma se apagó La Luz y aún no ha encontrado el interruptor. De ahí que en Wembley, el delantero, poco querido por los hinchas de Tottenham tras su triunfal paso por el Liverpool, tendrá la opción de acabar con su sequía y ser determinante para el Barça en Champions League.

En la presente campaña, Luis Suárez hizo un trío de goles, todos en Liga. Dos le hizo al Huesca, en la goleada de LaLiga hasta el momento (8-2) y uno determinante en la remontada azulgrana a la Real Sociedad en Anoeta. Con ese bagaje llega Suárez a uno de sus retos, marcar de nuevo en Champions League. El Barça lo necesita y él bien que lo sabe.