José Luis Mendilibar y Diego Costa podían quererse u odiarse. Tocó lo primero, pero los inicios no fueron fáciles. Y es que son dos personas con carácter fuerte que se encontraron en el Real Valladolid en la temporada 2009-10 . El vasco comenzaba su cuarta temporada como blanquivioleta tras un ascenso y dos salvaciones firmadas en la última jornada, mientras que el brasileño debutaba en Primera División tras dos cesiones en Segunda, en Vigo y Albacete, con algunos problemas por su carácter al sumar cinco expulsiones y 22 amarillas.
El reto para el ahora entrenador del Eibar era imponente en una plantilla hecha para buscar competiciones europeas y que acabó con su destitución en febrero y el descenso en el mes de mayo con Javier Clemente de entrenador. El ahora atlético siempre reconoce a Mendilibar como uno de los entrenadores que más le marcó, quizás el que le hizo entender que para explotar todo su potencial tenía que centrarse en el fútbol y no bajar tanto al barro.
El brasileño llegaba con la vitola de jugador de calidad, pero difícil de llevar, pero el de Zaldivar consiguió sacar lo mejor de él a base de una mezcla entre vacile y pique. Llegó a decir el técnico del brasileño: “Me habían vendido que era un lobo y en realidad es una oveja. Es un pedazo de pan”, aunque enseguida recalcaba: “Es un tipo más raro que las sopas de ajo”. El vasco lo domó, se lo llevó a su terreno, le convenció de cómo explotar su calidad y condiciones físicas llegando a decir públicamente: “Tenemos al mejor jugador del mundo corriendo al espacio”. Todo ello no quita para que no tuviesen sus momentos de tensión como cuando el técnico le daba golpes en el pecho para que el brasileño reaccionara o, incluso, le llegara a llamar gilipollas por ver amarillas innecesarias. Aquel año vio nueve amarillas y una roja, y anotó ocho goles. Y es que el brasileño llegó como tercer delantero y de la mano de Mendi “se los comió” como recordaba un excompañero. El aprecio sigue intacto. En enero, preguntado el técnico sobre el brasileño, Mendilibar dijo: “Aquella temporada me echaron en febrero del Valladolid. Yo le dije que, de no ser por él, me hubieran echado en octubre”. Casi nada.