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El ídolo fue héroe de la noche: Saúl, el Caballero de Elche
Aclamado, hizo el 1-0. Tiene tatuados la Dama de Elche, El Palmeral y la iglesia donde hizo la comunión. Autógrafos, selfies, vitoreado...
La gente de Elche tenía ganas de verle y él se dejó ver. A Saúl le tocó vivir ayer la difícil tarea de ser ídolo en casa. Pancartas en la grada de niños que le pedían la camiseta, las jóvenes haciéndose selfies con él con los que luego presumir… Los más atrevidos saltaron al césped y regatearon a los vigilantes de seguridad con la única finalidad de darle un abrazo. Es lo que tiene ser el héroe local. Cuando finalizó el calentamiento y camino a los vestuarios, Saúl se sinceró ante las cámaras: “Estoy nervioso”.
“Jugar en Elche será muy especial. En mi tierra, con la Absoluta…”, decía Saúl un día después de ser la sensación en Wembley. Temía tanto como deseaba su regreso a Elche porque sabía lo que se le venía encima. Saúl nació en esta localidad alicantina hace 23 años. Es el primer jugador nacido en Elche que juega en la Selección.
“Mi hijo siente mucho la tierra, nunca ha querido olvidar el lugar del que proviene”, recalca su padre, Boria, quien fuese delantero del Elche durante siete temporadas.
Saúl lleva Elche tatuado en su piel. En la parte interior de su bíceps derecho tiene tatuado un escudo peculiar: la mitad es el del Atlético y la otra mitad el del Elche. En sus brazos lleva grabados la Dama de Elche, el Palmeral (el más grande de Europa) y la iglesia de su barrio en la que hizo la comunión. Junto a esa iglesia es donde Saúl, de niño, pasaba la mayor parte de su tiempo libre jugando al fútbol. Cuando salió triunfal de Wembley el pasado sábado, en ninguna de sus declaraciones Saúl se desvió del discurso de la humildad.
Cuando marca siempre se besa el interior de la muñeca izquierda, donde bajo su piel tiene grabado a tinta un consejo que le dio su padre: ‘La fuerza no proviene de la capacidad corporal sino de la voluntad del alma’.
Si Elche tiene que elegir hoy quien es el vecino más ilustre de la ciudad no hay duda: Saúl. Históricamente lo ha sido siempre no una persona sino una escultura, la Dama de Elche, pero desde hace unos años en la localidad se habla más de este caballero que de la petrificada dama.
