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ATLÉTICO DE MADRID

De Neptuno a Amazónico, 24 horas de celebraciones

La plantilla del Atlético (salvo Costa que será papá) cenaba al completo con directiva y familias en el restaurante Amazónico de Madrid.

Afición del Atlético celebrando la Supercopa de Europa en Neptuno.
Javier Gandul

Fue pitar el final del partido Marciniak el miércoles y las celebraciones rojiblancas recorrer el mundo. Desde Tallin a Neptuno, pasando por Doha y Japón. Simeone, nada más terminar, avisó: “Ahora toca celebrar, hasta mañana por la noche”. Mañana por la noche era ayer. La plantilla, que ni fue a Neptuno ni hizo celebración institucional por la cercanía del inicio de LaLiga, el lunes en Mestalla, cenaba al completo con directiva y familias en el restaurante Amazónico de Madrid, a 1,6 kilómetros de esa fuente que, nada más pitar Marciniak, se pintó de rojiblanco. Hubo más de un centenar de aficionados concentrados en las paradas de autobuses alrededor. El tráfico no llegó a cortarse.

Mientras, en Tallin Saúl se acordaba de Gabi, se acordaba de Torres. “Va por todos los atléticos, sobre todo por Gabi y por Torres. Son partícipes de esto y tendrían que estar aquí con nosotros”, dijo. Uno, Fernando, se levantaba a las 04:00, hora de allí, para ver el partido. Al terminar felicitó con un tuit: “¡Qué grandes sois todos!”. Gabi también lo hacía en Doha, una hora más, en una storie de Instagram y una foto del partido en la tele: “Felicidades”. Costa, su MVP, tomaba el micrófono en Estonia y desvelaba: “Ya le dije al Cholo: ‘Si quieres ganar títulos, fíchame”. Pues hecho, por uno y otro.

Costa era la gran ausencia ayer en la cena de celebración del Atleti. Tenía motivo. Va a ser padre, su mujer salió anoche de cuentas. El primero en llegar fue Lemar con Rodrigo, 21:20. El último, Thomas, sobre las 22:30. Entre medias, los demás, entre ellos Cerezo, que avisó: “Hoy celebraciones, mañana renovaciones”. Le habían preguntado por Godín. En la mesa de Sandro, dueño del Grupo Paraguas, al que pertenece Amazónico, finalizaba la fiesta 24 horas después del título en Tallin.

De Estonia había aterrizado el equipo ayer, a las 07:30, tras cinco horas de viaje. Todos recogieron los coches y se fueron a su casa, todos menos dos: Giménez y Lucas, que tomaron un desvío. “¿Adónde vamos?”, preguntaba el uruguayo en una storie. “A Neptunooo”, decía Lucas. Y a Neptuno fueron. Se hicieron foto. Hacía ya rato que la fuente permanecía sola, tras una hilera de vallas amarillas.