SUPERCOPA EUROPA | REAL MADRID - ATLÉTICO | GABI
"El día que el Atleti levante la Champions, yo también lo haré"
Hablas con él y, a veces, no puede evitarlo, un “nos”, un plural al referirse al Atleti. Normal. Es Gabi, ‘capi’ seis años, tanto, último del Calderón, primero del Metropolitano. Se fue a Qatar. Lloró mucho, aquí lo cuenta. Cómo fue todo, cómo está allí, lo que jamás olvidará.
¿Puede ver al Atlético?
Sí, lo sigo todo, a diario. Y, ¿sabes?, sufro más. Antes no lo hacía, estaba dentro, disfrutaba. Y tenía la capacidad de ayudar si pasaba algo, de arreglarlo. Ahora siento impotencia.
Seguro que fue raro, el primer partido, verlo, no estar...
Mucho (sonríe). Me parecía que todavía estaba ahí yo, de alguna manera, calentado. ¡Me sé cada ejercicio de memoria!
Y su ‘14’, ahora de Rodrigo.
Al final los que marcan una época son los jugadores, no los números. Que Rodrigo lleve el 14 me gusta. Su historia es similar a la mía. Salió, lo hizo bien en otro club, volvió.
¿Le está gustando?
Es un jugador muy capaz. Recupera muchos balones y se posiciona muy bien. Ahora tiene que adaptarse al juego del Atleti: no va a tener tanta posesión como en el Villarreal.
¿Y es difícil adaptarse?
No, si de verdad quieres ganar y aportar al equipo. Seguro que Rodrigo lo hace rápido. Tiene mucha jerarquía.
¿Le hubiese gustado estar con él este año, aconsejarle?
Me pesa un poco eso. Irme, no estar ahí para que su adaptación fuese más fácil. Ese era el plan. Con Rodrigo, con Thomas. Mi consejo habría sido que observaran. A compañeros, cuerpo técnico, la dinámica. Es como más se aprende.
¿Quién le llamó? ¿Fue Xavi?
Sí. Le pidió mi teléfono a Fernando (Torres). Dos, tres días después, me llamó. Me dijo que su jefe había visto la final de Lyon. “Dice que tú eres su hombre, que tú tienes que venirte aquí, al Al Sadd”. A mí no me llamó mucho la atención, la verdad. Teníamos la Supercopa, la ilusión de ganar la Champions. Le dije que no era el momento y ahí quedó la cosa.
Pero hubo otra llamada…
Dos días antes de que saltara la noticia. “Xavi que ya hemos hablado de esto”, descolgué. Tras la primera llamada me había reunido con Miguel Ángel (Gil). Me dijo: “Ven a mi casa y hablamos”. Fui. El club iba a hacer un esfuerzo porque me quedara. Otro año de contrato más. “Gabi, te llamo de parte del hermano del Príncipe”, me decía ahora Xavi: “Las cantidades han cambiado. Olvida las otras. Las condiciones las pones tú. Están muy interesados”. Entonces llamé a Quilón, mi representante. “Oye, habla con Xavi, es por la oferta de Qatar”. En tres días firmé. Era una oportunidad que no se iba a volver a presentar. Pero inesperada, sin tiempo para pensar.
Porque si lo piensa no se va.
Esos tres días fueron muy difíciles. Estaba en Alicante, con mis hijos, viajé a Madrid para reunirme con un emisario del club, lo cerré. Cuando volví para llevarme a mis hijos a casa fui llorando todo el camino. “Qué te pasa, papá”, decía mi hijo. Y yo pensaba: “Qué he hecho con mi vida”. Pero lo he hecho por ellos, por mi familia. Y me voy ganando. Estoy convencido de que, si había un momento para irme, era éste. Aunque dejo cosas por hacer. Se me queda clavado no haber ganado la Champions. Pero, ¿sabes?, en el momento que la levante el Atlético la habré levantado yo también.
¿Puede ser este año?
Me da pánico eso. Es una presión tremenda para el equipo. Sí, parece idílico, como si todo estuviera preparado. Final en el Metropolitano, esta plantilla. Pero hay que tener los pies en el suelo. Si algo define a este equipo es el trabajo, el día a día. Echarles encima esa responsabilidad es peor.
¿Qué le dijo Simeone cuando le llamó y le dijo que se iba?
Me entendió. Me dijo que era una baja que le hacía mucho daño al vestuario. Pero que había dado tanto, que ante una oferta tan importante, y a mi edad, me iba a ayudar a salir.
Hace dos años usted ya tuvo una oferta, de China.
Sí. Y económicamente mayor, pero acabábamos de perder la final de Champions. Insistieron mucho, pero me cerré en que no. No podía irme.
Esta vez se iba tras la final de Lyon. Y haciendo el 0-3. Desde la 2015-16 no marcaba.
Es el final soñado. No llevo la cuenta de los goles que he hecho, pero sí que hace mucho que no marcaba: ¡llevo dos años ensayando con mi hijo una celebración! “Papi, ¿y si hacemos la pistola?”. No sólo marqué. Hice el gol en la banda de mi familia, pude celebrarlo con ellos.
¿Cómo tomó la decisión de que Torres levantara con usted la copa?
Mira, en las dos semanas anteriores, no me gustó que se creara esa corriente, que Torres tenía que levantarla. Las cosas que no salen espontáneas no quedan en el recuerdo. Ni siquiera habíamos jugado el partido. Godín, por ejemplo, nos dio una Liga con el gol en el Camp Nou y no había levantado la Copa. Antes del partido, le pedí a Fernando que hablara al vestuario. Eso nos dio un plus de motivación. Luego, Diego (Godín), también fue clave. Me dijo: “Levántala con Torres. Él lo merece, tú lo mereces. Y nos hace más grandes, a ti, a todos, al Atlético”. Y espontáneamente así sucedió, la levantamos los dos, inolvidable.
Lleva ya 15 días en Qatar. ¿Qué le sorprende más?
¡El calor! Es tremendo. Me han dicho que julio y agosto son los peores meses, que después mejora. Casa cogí cuando vine al reconocimiento. Hablé con Xavi y me dijo: “Alójate en un hotelito, que es más fácil la adaptación”. Todo está yendo muy bien. Mejor de lo que yo creía.
¿Qué es lo primero que ha aprendido a decir allí?
Strong, go, go. Fuerte, vamos, vamos. Los tengo locos a los del equipo. Me dicen: “¡Pero cállate ya!”. En Qatar quiero la liga, la Champions. Me dicen: “Pero si vienes de ganar en Europa”. Es mi forma de ser. Competir, ganar. He ido allí con la ilusión de seguir haciéndolo. Y el día que pierda eso dejaré el fútbol.
¿Cómo es jugar con Xavi?
Brutal. Hasta diciembre no lo va a dejar, pero yo le digo que alargue su carrera hasta el verano. “No corras, ya corro yo por ti”. Y que no se canse (ríe).
¿Le habría gustado coincidir con él en la Selección?
Es algo que no he podido cumplir, pero no tengo reproches. Yo he hecho todo lo que he podido, dar todo en el campo.
¿Recogió sus cosas de su taquilla en el Cerro ya?
Sí. Fui al día siguiente de mi despedida. Coincidí con Saúl, Koke, Costa y Lemar, charlé con ellos. Fue complicado, un día raro. Diego (Costa) me dijo: “¿Vas a echarnos de menos?”. “Voy a echar de menos hasta los entrenamientos del Profe así que imagínate a ti que estás como una cabra”, le dije.
Volveré, ha dicho. ¿Cómo?
Para ayudar, tener responsabilidad. Si no encuentro ese puesto en el que crea que puedo hacerlo, no volveré. Es lo que me mueve. Quiero estar preparado.
¿Tiene el curso de entrenador?
Los dos primeros años. El tercero aún no. Eso sí, con el inglés ya he empezado…
Empezó de mediapunta...
Y con gol. Después me fui retrasando. ¡Espero no terminar como central!
¿En su familia había fútbol?
¡En vena! Mi padre jugó hasta muy mayor, no profesional, pero sí mucho. Empezó delantero y acabó lateral izquierdo porque es zurdo, muy técnico.
Y usted siempre con él, claro.
Sí. Esa fue la época de las primeras consolas. Nintendo, Sony. Pero a mí me gustaba jugar en la plaza, estar en la calle.
Su nombre es Gabriel Luis. ¿De dónde le viene el Luis?
De mi madre. Se llama Luisa. Mi padre quería ponerme Gabriel y ella dijo: “Pues de segundo, Luis”. Y Gabriel Luis me quedé. Nombre de telenovela (ríe).
¿A qué se dedicaba su madre?
Era ama de casa. Los dos se vinieron muy jovencitos de Albacete, a buscarse la vida. Mi padre empezó mecánico y, después, conductor de autobús.
¿Les compró algo con su primer sueldo?
En 2003, con mi primer contrato, compré un piso en Leganés. Después, cuando me fichó el Zaragoza, entre toda la familia decidimos que mi padre dejara de trabajar. Y así hasta ahora.
¿Lleva algún nombre en las botas?
Los de mis hijos. También están en mis espinilleras.
Dejarles en Madrid, seguro, ha sido difícil.
Sin duda. Pero aquí no me podían acompañar. No podía sacarles del colegio para uno, dos años, romperles la vida. El sacrificio es ese, tenerles lejos, muy duro, pero no estoy más de diez días sin verles. En cuanto libro, bajo, aunque sea un día.
¿Creyó que ‘Grizi’ se iba?
Tuve dudas. Estuve muy confuso. “Capi, que me quedo”, me decía. Pero después veía a Piqué. “Nos ha dicho que se viene”. Y yo decía: “Este cabr…”. Pero al final tenía razón, se quedó. Él sabe que no estará en ningún sitio mejor que en el Atleti.
¿Qué le diría a la afición?
Que lo disfrute. Que ha decidido quedarse, dijo “no” al Barça. Eso hay que valorarlo, ayudarle. Todo lo bien que le vaya Griezmann será bueno para el Atleti.
Con Simeone usted se entendía sólo con mirarse...
Al final ya ni eso. Sólo con que llamara a Antoine y le corrigiera yo entendía que tenía que ir a recibir más abajo, sujetar la posición. “Esto es increíble”, pensaba. Con una palabra a un compañero le he entendido. Sobre todo tácticamente. Era espectacular. La nuestra es una historia de confianza mutua. Todo siempre nos lo hemos dicho a la cara.
¿Qué hizo para cambiarles?
Nos hizo creer en nosotros. Y luego tuvimos la suerte de que empezamos a ganar. Europa League, Supercopa, Copa, Liga. Y no hemos dejado de hacerlo. La era post Cholo será difícil.
¿Cómo ve la Supercopa?
El Atleti necesita ganar. No por el Madrid sino porque es un empujón para empezar bien la Liga. Y van a hacerlo, estoy seguro. Simeone ha preparado la pretemporada pensando en este partido. Lo sé. No he estado pero estuve en otras y lo sé.
¿Dónde la verá usted?
Aquí, con mis hijos, que ahora pasan diez días conmigo. Yo me pondré mi camiseta y todo. No estaré pero me siento parte: imposible no hacerlo.
¿La más especial de las veces que subió a Neptuno?
La primera, brutal. Y la de la Copa… Y la de la Liga. Y la última, con Godín, Koke, Fernando. ¡Retiro lo de la primera! Todas fueron diferentes y especiales.
¿El mejor capitán que tuvo?
Antonio López. Era el padre de todos. Y el único que he visto anteponer los intereses del club a los suyos. Los jugadores somos egoístas. Buscas a veces más dinero, mejor posición, beneficiarte tú. Antonio no. Eso se me quedó grabado de él.
¿Sigue en los chat?
En el del equipo, al día siguiente de mi despedida, envié un mensaje dando las gracias a todos y me salí. Lo que tengan que hablar es cosa suya, no me parecía correcto seguir. Pero (sonríe) sigo en el de “Capitanes” y en otro, “Hermanos de sangre”, con Villa, Raúl, Adrián…
Courtois, en el Madrid...
Pues duele. Ha jugado contigo, ha ganado títulos, y es raro. Sí, es eso, más que doler, es raro. Pero, ¿sabes?, yo prefiero valorar lo que tenemos en casa, los que realmente van a estar aquí, y quieren este equipo, los Koke, Saúl, los Juanfran, Godín. Si te tienes que fijar en alguien del Atlético que sea en ellos.
Rodrigo llevará su ‘14’ pero Godín su brazalete…
Diego es un líder. La persona idónea. Por sentimiento, responsabilidad y jerarquía.
¿Se imagina un Atleti sin Godín tampoco?
Me resulta muy difícil ver un Atleti sin sus dos capitanes. Impensable. Yo que he estado dentro, sé que para el club cada día es más difícil mantener a sus grandes jugadores. Se hizo un esfuerzo para renovar a Saúl, Koke, Griezmann. Se hará con Oblak. Y cada vez es más difícil. Pero Godín es indispensable. No se puede ir. Él no quiere, además. Yo he hablado con él. Existen esas ofertas. United, Juve. Estoy seguro que el Atleti y él acabarán encontrándose.
¿A usted le dolía que, en los últimos años, se mirara su DNI?
Parece que yo siempre he tenido que demostrar más. Venía un fichaje y debía dar más rendimiento. Dos partidos malos y escuchaba: “Gabi está en el último año”. He jugado 400 con el Atleti y 350 bien. Pero no achaco nada a nadie. Este escudo es mi manera de vivir. Cuando era niño dormía con su pijama. Lo tenía todo. Balones, toallas. Y he tenido el honor de vestir la rojiblanca. Para mí todos los partidos eran iguales. Amistoso en Burgo de Osma, final de Champions.
Las finales. Ahí era el mejor.
Pero, ¿sabes por qué?, jugar una final de la Champions para mí era la mejor manera de representar al club. Es un partido que ve mucha gente, representas un escudo, y lo que hagas va a estar en todo el mundo. Por eso muchos de mis mejores partidos fueron esos. Era mi manera de representar a la afición.
Siempre será para ella eso. ‘Oh capitán, mi capitán’, que decía Robin Williams en ‘El Club de los Poetas Muertos’.
Pues… ¡No he visto esa película! Pero me lo han dicho, que tengo que verla. Me la apunto en mi lista de deberes.