Jordan Pickford, el portero más caro y más valiente
El meta pasó de jugar en Quinta a costar 30 millones. Pickford le ha dicho a Southgate que si lo necesita, tirará un penalti en semifinales.
A Pickford le define la anécdota que contó al final del encuentro ante Suecia. “Vaya tonto. Le quise dar un puñetazo al suelo y acabé golpeando mi rodilla y me he hecho daño en el dedo. Pero soy un hombre, no una ratita. Estoy bien y mañana estaré vivo también, ¿no?”. El portero inglés es un chaval brutote, sin dobleces, que celebra sus buenas acciones como si fueran goles, como si todavía estuviera en uno de los seis equipos de varias categorías (incluida la quinta) al que el Sunderland le envió cedido. Sus paradas a Uribe, en los penaltis ante Colombia o a Berg le han convertido en el ídolo de muchos niños y en la imagen de la selección. Y eso que lleva solamente dos años en la élite y, antes del Mundial, sólo había defendido la portería inglesa en cuatro ocasiones.
No ha sido fácil para Pickford este Mundial. Tuvo que lidiar con las dudas de la era post Hart. Gary Neville y Lee Dixon le criticaron por el gol ante Bélgica, se decía que con su 1,85 no le daba para ser buen guardameta, que no se podía llevar a alguien sólo por ser bueno con los pies. Además se malinterpretaron unas declaraciones de Courtois que sonaron a crítica. Pero, como saben ya los aficionados del Sunderland y del Everton, no hay nada que le saque de sus casillas. Como si la cosa no fuera con él. No es arrogancia, es una confianza infinita en su potencia de salto, su intuición, sus reflejos y su preparación. Uno de los entrenadores que le ha marcado más, Kevin Ball, le dijo que no llegaría lejos por su actitud, esa suficiencia que hacía que a los 17 años pidiera un puesto en el primer equipo del Sunderland. “Ya verás como sí”, le contestó Pickford.
Hasta los quince años era también jugador de campo (“marqué varios golazos”, dice a AS) y en los dieciseisavos del mundial Sub-17 pidió tirar un penalti, pero no le dejaron. Le ha dicho a Southgate que si le necesita tirará uno. Tan convencido estaba de que llegaría a lo más alto que su paso por la National League (tercera), League Two y la One (Segunda B) y la Championship que ni los insultos de los rivales típicos de esas categorías, ni los largos trayectos en el coche de sus padres le inmutaron. El Everton le convirtió en el portero británico más caro de la historia (casi 30 millones de euros) y con 24 años se ha convertido en el portador de la camiseta que más pesa de todas en Inglaterra.