En la vacacional Sochi, refugio de verano de Stalin, Yeltsin y ahora de Putin, se presenta Bélgica en este Mundial (sigue el partido en directo en As.com). Ya no le quedan escondites a la generación de oro belga. Tercera del ránking FIFA y quinta selección en valor de mercado de todo el torneo (754 millones de euros según Transfermarkt), llega en plenitud, con De Bruyne y Hazard desatados (29 goles y 34 asistencias entre ambos este curso) y aclimatada al sistema de tres centrales que ha maridado Roberto Martínez. El técnico español, que contará en el banquillo con la ayuda extra de Thierry Henry, ha tenido que lidiar con una atmósfera enrarecida.
La polémica generada por la decisión de dejar fuera a Nainggolan ha inflamado un ambiente ya de por sí de máxima presión tras no poder pasar de cuartos en el Mundial 2014 o la Euro 2016. Bélgica apela al fútbol y a su aparente mejoría defensiva (un gol en contra en los cuatro partidos previos). Boyata o Dendoncker se perfilan como tercer central por las bajas de Kompany y Vermaelen.
La obligación belga contrasta con la ilusión de Panamá. Los canaleros debutan en una cita mundialista como una de las teóricas cenicientas (55º en el ránking FIFA). Consciente de esta debilidad, Hernán Darío Bolillo Gómez, que ya clasificó y dirigió a Colombia y Ecuador en los Mundiales de 1998 y 2002, ha construido un equipo defensivo y veterano (28,4 años de edad media). Blas Pérez, que tuvo un paso fugaz por el Hércules en 2007, es el futbolista de más nombre. En su infancia comenzó de portero por imposición. “En el barrio, el más malo iba al arco y ese era yo”, reconoce. Recondujo su carrera hacia el otro área y sobre él recaerá la responsabilidad del gol tan buscado por Panamá. La selección centroamericana sólo ha marcado a Trinidad y Tobago en cinco encuentros en este 2018. Pese a ello, no pierde la esperanza. Tiene un país volcado detrás hasta el punto que el gobierno decretó descanso laboral durante las horas que dure el partido.