El Atlético sienta a Griezmann junto a Messi y Cristiano
El Atlético ha recogido el guante y sienta al francés salarialmente a su mesa. Le va a firmar una mejora solamente al alcance de los dos gigantes del fútbol español.
Griezmann se queda en el Atlético. Han sido días de larga espera, pero el club ya le enseñó la patita por debajo de la puerta para que hiciera pública una decisión que, aunque se ha empeñado alargar, ya tenía tomada desde, al menos, más de diez días. Durante el permiso posterior al partido con Italia, el de Maçon se lo comunicó a sus íntimos en el vestuario. La clave era la promesa del club, la de arroparle con jugadores de primer nivel, empezando por Lemar, su escudero en Francia. Berta ya estaba en ello y Griezmann, al aparato.
Pero el mensaje que manda esta renovación del vínculo señala un antes y un después de una ciclo dorado, que ahora amplía horizontes y riesgos. En cierta medida, un volantazo. La aspiración de Griezmann era un día mirar de tú a tú a los mejores, a Messi y a Cristiano. El Atlético ha recogido ese guante y le va a firmar una mejora solamente al alcance de los dos gigantes del fútbol español. El club sienta al francés salarialmente a su mesa. Es así. Un desembolso sin precedentes, saltándose cualquier escala salarial pretérita y liquidando la escalada contenida, en ese sentido, que se venía manteniendo.
El Atlético ha venido siendo el Atlético de Simeone, el grupo pétreo que se iba consolidando con mejoras y ampliaciones, respuesta al interés de los más poderosos hacia las piezas más importantes. Pero sin olvidar que no se hicieron locuras y no hubo titubeos a la hora de dejar partir a pesos pesados. No había nada por encima del grupo. Ahora hay que gestionar un nuevo escenario. Griezmann, al que tanto le gusta mirar al otro lado del charco, pasa a ser, precisamente, un Lebron rubio. Su deseo de ser el jugador franquicia alrededor del que orbite un equipo campeón ha podido más que formar un Big Trhee en el Camp Nou.
Su valor es de aplaudir, lejos de acomodarse pasa a disfrutar con una presión que, a partir de ahora, se multiplicará por 100. Ya no va a quedar tiempo para días libres. Tendrá que estar de guardia las 24 horas y acatar, como hacen Messi o Cristiano que se le valore un día regular como una hecatombe. ¿Y el Atlético? La exigencia económica puede ser asfixiante y tendrá que bregar con el agravio comparativo respecto a sus compañeros, pero lo hace a sabiendas de que la agitación por los éxitos obliga a un paso al frente para buscar lo que falta, el salto definitivo. Todo eso lo resume la próxima final de mayo en el Wanda Metropolitano. El sueño procede y el club lo considera accesible construyendo en torno al francés. Los tiempos han cambiado, los retos, también.