Todos los años suena la misma canción en el Bernabéu: “El año que viene comenzarán las obras”. Desde que Florentino retomase en 2012 su vieja aspiración de techar el Bernabéu, la entidad lleva seis años peleando por un proyecto que avanza a pasos de tortuga. De momento, se repite el patrón de años anteriores: la remodelación no arranca este verano y ahora toca esperar mínimo a 2019..
La entidad podría culminar el tercer paso de los cinco que debe llevar a cabo. Francisco Panadero, responsable del Desarrollo Patrimonial del club, ha superado a duras penas el anteproyecto, el proyecto básico y espera a finales de mes que el Ayuntamiento oficialice la ansiada licencia, supeditada a que el Madrid ponga primero 12,7 millones para crear una plaza pública (ya pagó 20,7 millones en 2016 por las ayudas irregulares recibidas). A partir de ahí, la entidad abordará los dos últimos obstáculos. Licitar la obra y financiarla. Con los antecedentes del proyecto, aventurarse nuevamente en poner fechas a una reforma examinada con lupa se antoja complicado. Para empezar, IPIC retiró el patrocinio a finales de 2017 (“al Bernabeú le van a poner lo que ellos quieran”, decía Florentino en 2014) porque el vigente proyecto nada tiene que ver con el original y el litigio se encuentra pendiente de resolver en tribunales. Ahora debería ser el turno para que la Agencia de Actividades saque del cajón el proyecto de reforma del estadio y otorgue la licencia. Cuando se haga oficial sine die, vendrá otro timing burocrático. A continuación, a buscar 400 millones de presupuesto inicial y explicar al futuro patrocinador y socios que toda esta obra (en la que no participará ACS como anunció Florentino) no supondrá el aumento del aforo de un estadio levantado hace ya 70 años…