Adiós a Torres e Iniesta: del gol de Viena al de Johannesburgo
Dejan el Atleti y el Barça, la élite, los jugadores que marcaron las noches que cambiaron la historia del fútbol español, en la Euro 2008 y el Mundial 2010.
Sigue mostrando el destino su inagotable capacidad de sorprender, de guardarse un giro en el que nadie hubiera reparado y que de pronto todo tenga más sentido. Ha pasado en este mes de abril que le ha robado al fútbol español, a la élite en general, dos de las joyas más lustrosas de su corona. El día 9 Torres anunciaba su adiós al primer nivel, mientras que Iniesta, entre lágrimas, lo ha hecho este viernes. No parece casualidad la cercanía de tan trascendentes decisiones de dos jugadores unidos por la gloria, por dos de las cuatro fotos más importantes de la historia de la Selección, las de Viena y Johannesburgo. Detrás de ellas hay una semidesconocida relación de amigos, tejida con el paso de los años, desde la cantera hasta la élite, contada en primera persona por Fernando Torres en La jugada de mi vida, las memorias que escribió Iniesta con la inestimable colaboración de los periodistas Ramon Besa y Marcos López.
En esas páginas, El Niño recuerda sus adolescentes inicios en La Roja, cómo las caras de alegría cambiaron por gestos de pena sin que ello mermase el vínculo entre ambos: tras liderar los equipos que ganaron los Europeos Sub-16 (Torres le dedicó el gol decisivo a Iniesta, que se perdió la final por lesión) y Sub-19, llegó el Mundial Sub-17 de Trinidad y Tobago, donde España no pasó de la primera ronda. Evidentemente, la eliminación fue casi traumática para todos los chavales, pero más aún para Torres e Iniesta, señalados por el cuerpo técnico delante de sus compañeros. De regreso a casa, Fernando y Andrés, entre carcajadas, redactaron una carta que se quedó el segundo. Después de ese escrito en el que se quejaban de la mala comida o del mejorable estado de los campos durante el campeonato, se intercambiaron y firmaron sendas camisetas; en la suya, Iniesta le puso a Torres que algún día ganarían un Mundial.
Era 2001 y aún tuvieron que comer muchas sopas, ilusionarse como nunca y perder como siempre para hacer realidad aquello que Iniesta se atrevió a soñar. La noche del 29 de junio de 2008, la del gol de Torres en el Ernst Happel de Viena, la de la segunda Eurocopa, debieron de experimentar algo muy parecido a eso que desearon. La noche del 11 de julio de 2010, la del gol de Iniesta en el Soccer City de Johannesburgo, la del Mundial, por fin vivieron ese éxtasis consumado con la estrella en el pecho. Revisando esos dos hitos, Youtube muestra al delantero y al centrocampista de la mano, como cuando eran dos chavales a los que culparon del fracaso mundialista, como cuando redactaron la carta y se regalaron las camisetas: Iniesta fue el primero en abrazar a Torres en 2008 y Torres fue el primero en buscar a Iniesta en 2010. Ahora, también juntos, dicen adiós.