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BARCELONA

Iniesta: de las lágrimas de Roma a las del Wanda Metropolitano

De sus imágenes llorando de impotencia, tristeza y melancolía en el banquillo del Olímpico de Roma, a las de emoción y reconocimiento en Madrid. Un choque de emociones.

Iniesta: de las lágrimas de Roma a las del Wanda Metropolitano
LLUIS GENEAFP

Andrés Iniesta, patrimonio del fútbol, lleva viviendo emociones toda su carrera. Las de los últimos diez días, sin embargo, han resultado especialmente exageradas. Viéndolo en el banquillo del Wanda con los ojos bañados en lágrimas y con un tipo hecho y derecho como Ter Stegen a su lado incapaz de articular palabra viendo la imagen de un ídolo consumido por los sentimientos y los recuerdos, resultó imposible no remontarse a lo que había sucedido justo once días antes en el Olímpico de Roma. Allí, Iniesta fue sustituido en medio del hundimiento y vio desde el banquillo el 3-0 de Manolas. Sus lágrimas entonces eran de impotencia y tristeza. También de melancolía (“es una posibilidad que sean mis últimos minutos en la Champions”).

En Roma, Iniesta fue un jugador superado por el vigor de futbolistas más jóvenes que él como Nainggolan o Strootman. En Madrid, sin embargo, voló. De parecer superado por el tiempo en Italia, a parecer eterno en el tiempo en el Wanda. Fue su enésimo clínic como futbolista. Habilitó con clase a Alba en la jugada del 2-0 y definió como un futbolista de seda en la acción del 4-0. Su segundo gol en una final a partido único. El otro fue a Holanda en la final del Mundial. Los abrazos de sus compañeros fueron distintos. Todos. Especialmente el de Messi, con quien mantenía también una foto icónica el día del 0-4 en el Bernabéu. Sin unirles profundos lazos de amistad fuera del campo, su relación dentro de un terreno de juego ha alcanzado la perfección: 31 títulos juntos.

Salvo milagro, Iniesta se despedirá la próxima semana del Barcelona. Lo hará en la cima, a punto de levantar su título número 32, otra Liga. Y se irá como titular y en puertas de un Mundial. Muchas voces le piden que se quede un año más. Otras muchas respetan su decisión y la posibilidad de marcharse así, en medio del reconocimiento general, con una ovación en cada estadio y de cada afición. Jugador muy emotivo, capaz de reconocer un valle anímico en el libro La Jugada de mi Vida, Iniesta, con sus rarezas, siempre ha sabido escoger los momentos. Para los grandes partidos, para los grandes momentos y para las grandes decisiones. Con esta dará por cerrado un capítulo de 22 años de su vida. Sus lágrimas, como su fútbol, serán eternos.