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ESPANYOL

Quique y Lardín, el fracaso del primer proyecto de Chen

El técnico llegó en 2016 deseando que el club "vuelva a ser lo que fue", pero su trayectoria ha ido a menos, discutido con todos los estamentos del club en su tramo final.

Lardín y Quique.
GORKA LEIZA

“Me gustan los equipos que quieren volver a ser lo que fueron”, se arrancó Quique Sánchez Flores el 13 de junio de 2016, en su presentación como flamante entrenador del Espanyol, primera apuesta de la era Chen Yansheng. La seducción del madrileño, un técnico que había labrado una carrera con más luces que sombras en Getafe, Valencia, Atlético, Sporting de Lisboa, AL Ahli, Al Ain y Watford, cautivó al presidente en una reunión en un restaurante de Gavà. Con el entrenador, uno de los cuatro mejores pagados de la Liga, el Espanyol inició un proyecto que le debía llevar a la Champions en tres años.

En la primera temporada, con una inversión en fichajes de 16 millones y una renovación de la plantilla profunda, el conjunto perico cumplió los objetivos. Quique dotó al Espanyol de una estructura defensiva que dio resultados, y los blanquiazules acabaron la temporada octavos, con 56 puntos, la mejor puntuación y clasificación de los años de Cornellà-El Prat. El discurso del entrenador cuajó en el vestuario y en la grada, que se las prometían felices para la próxima campaña. En otoño de este curso, el presidente decide despedir al director deportivo Ángel Gómez y nombrar a Jordi Lardín, quien se entendía mejor con el entrenador y que hasta la fecha había logrado resucitar el fútbol base.

En mayo de 2017, el Espanyol, en manos de su consejero delegado, Ramon Robert, dijo públicamente que el equipo estaba preparado para mejorar la temporada anterior y que se harían fichajes ilusionantes. Quique hizo la lista de la compra, con futbolistas como Borja Valera, Ever Banega, Raúl Albiol y Mariano Díaz. Todos ellos inalcanzables. Los contratos que se firmaron en 2016 eran ascendentes y el límite salarial estaba rebosado. El Espanyol solo pudo invertir poco más de dos millones de euros en fichajes. Llegó Naldo, central suplente. La plantilla confeccionada por Lardín no contentaba al entrenador.

“No estoy contento, no estoy feliz”, dijo Quique el 13 de agosto en Nápoles, tras perder el último amistoso de pretemporada (2-0), a escasos días de empezar la Liga y después de ver el nivel de la plantilla, similar al del curso anterior. La depresión del entrenador empezó a transmitirse a los jugadores, que no fueron capaces de ser los mismos que el curso anterior. El Espanyol no fue capaz de estar entre los diez primeros y la plantilla de 25 jugadores era difícil de gestionar.

En enero, el Espanyol y Quique vivieron su punto de inflexión, una carrera hacia el despido ya de no retorno. El Stoke City llamó a su puerta y el técnico se la abrió para escuchar la oferta y negociar. Finalmente, no la aceptó, pero su imagen quedó dañada en el Espanyol. Desde aquel 13 de enero, cuando habló públicamente para decir que acabaría la temporada, el equipo solamente ha sido capaz de ganar tres partidos de los 15 jugados.

La erosión en el vestuario empezó a llegar también a la grada, dividida al principio con el entrenador desde que, curiosamente ante el Girona, se empezaron a escuchar los cánticos de ‘Quique vete ya’. Las últimas conferencias de prensa del entrenador demostraron momentos de tensión, como también los partidos del equipo, tras caer ante rivales teóricamente inferiores como Getafe y Eibar. Ante este último equipo, Cornellà-El Prat vivió su segunda peor entrada de la historia. Ya entre semana su versión y la de Lardín eran diferentes. Mientras el primero aseguró que "igual no damos para más", el segundo dejó claro que "había plantilla para estar más arriba".

Cuando todos apostaban porque acabaría la temporada y el club negociaría con él su finiquito este verano, Míster Chen sorprende con esta decisión fulminante. A la que le va acompañada la de Lardín. Deja al Espanyol decimosexto, con 36 puntos, un club que no ha logrado con él “volver a ser lo que fue”.