Señalados en la caída de Roma
La debacle del Barcelona en la Champions deja retratada la política deportiva del club así como a jugadores como Umtiti, muy por debajo de lo que se espera de él.
La derrota en Roma viene a ocupar su propio espacio dentro de la colección de grandes fracasos del Barcelona. La debacle del Olímpico puede ser incluso más dolorosa que los dos últimos fracasos en París (4-0) y Turín (3-0) porque a diferencia de estos no sólo no ofrecen la esperanza de apelar a una remontada, cosa que milagrosamente sucedió en el caso del PSG, sino que se produjo en un partido de vuelta con todos los pronunciamientos a favor para superar la eliminatoria. El Barça fue superado de costa a costa tras conseguir un 4-1 en la ida, un resultado que permitía soñar con fundamento con las semifinales y que sobre el terreno se demostró fruto de una noche de suerte en el Camp Nou.
La caída de Roma tiene nombres propios y retrata un fallo estructural. Empezaremos por lo segundo.
Es difícilmente explicable que un equipo que ha realizado la inversión más alta en fichajes de su historia se quede de nuevo a las puertas de los cuartos de final. Los 140 millones que se pagaron en verano por Dembélé sirvieron para que el francés jugara unos ridículos 8 minutos en Roma. Paulinho, por el que se pagaron 40, no jugó ni un minuto, al igual que Coutinho (150 millones se pagaron por él en el mercado invernal para que no pudiera jugar esta edición de la Champions al haberla disputado con el Liverpool). Únicamente Semedo compareció como titular. Tras la inversión en fichajes más alta de la historia del club, el Barcelona salió a jugar casi con el mismo equipo que disputó la final de Berlín en el 2015 (sólo faltaban Dani Alves y Neymar). Por tanto, a nivel estructural uno de los grandes causantes del desastre es la planificación deportiva. Si quieren ponerle nombre, apunten los de Robert Fernández o Pep Segura, que no han sabido continuar el legado de Zubizarreta o Begiristain. Aunque si se dispara por elevación, el gran responsable no es otro que la junta directiva de Josep Maria Bartomeu.
Más allá del fallo sistémico, hay nombres propios que quedan retratados. Para empezar Leo Messi. El mejor jugador del mundo volvió a estar demasiado solo tirando del carro. Hace ya demasiado tiempo que más que disfrutar del Barça, el aficionado culé disfruta de Messi. Si al argentino no le salen bien las cosas, el equipo se cae. Y ayer, después de que Leo volviera a quedarse sin marcar por tercera temporada seguida en los cuartos de final del la Champions, el equipo no encontró recursos.
Junto a él, Umtiti representa el caso paradigmático del jugador, que al igual que el club, da las cosas por hechas. El Barça se creyó que iba a Roma a recoger el billete para el sorteo de semis de la misma forma que el central francés cree que tras un año y medio en el club se merece una notable mejora de contrato. Desde que la pidió ha encadenado partidos a cual peor. Umtiti, por rendimiento y las circunstancias de su negociación contractual es uno de los grandes señalados.
También una serie de jugadores que disputaron el partido sin estar en las condiciones correctas como Busquets, imprescindible, pero no tanto como para jugar lesionado o Iniesta, al que ciertos escenarios y calendarios ya le superan. Probablemente, el de ayer fue su último partido como blaugrana en Europa.
La segunda unidad también tiene lo suyo, aunque esta sea una noticia nueva. De nuevo se demostró que jugadores como Paco Alcácer o André Gomes (por hablar de los que jugaron) no aportan nada comparable a su precio. Por no hablar de los que ni comparecieron como Denis, Digne o Paulinho.
Todos ellos jugadores fichados en los últimos tiempos y ejemplo de un fallo sistémico que va más allá de los nombres propios que retratan uno de los fracasos más dolorosos de la moderna historia del club.