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BARCELONA-ROMA

Los mil excesos de Nainggolan, el Ninja de Amberes

Fumador, amante de la noche, rebelde desde una infancia complicada, también es capaz de alinearse contra el racismo y la homofobia.

Nainggolan.
Nainggolan.FILIPPO MONTEFORTEAFP

Su apodo es Ninja, pero en realidad se llama Rey. Esta es la traducción al indonesio de Radja, su nombre de pila. Nainggolan (4-5-1988) es uno de los futbolistas más excesivos del momento, en el césped y fuera. Nacido en Amberes fruto del matrimonio entre Marianus Nainggolan y Lizy Bogaerts, su padre abandonó a él y a su hermana gemela Riania con apenas tres años. “Inventó todo tipo de excusas pero no puedo perdonarlo”. Nainggolan se crió dándole patadas al balón en el Parque Bloementuin, en el barrio de Linkeroever de Amberes. Su hermana, lesbiana, también jugaba. Nunca fue demasiado bien vista (“en Bélgica podía ir de la mano con mi pareja sin problemas. En Italia siempre encuentro alguno que me mira mal, sobre todo los ancianos”). Nainggolan siempre se ha mostrado beligerante contra la homofobia y se convirtió en embajador de la campaña #allaciamoli. También se posicionó contra el racismo después de que los hinchas del Feyenooord le tirasen una banana gigante a su ex compañero Gervinho. “Racistas ignorantes”, les llamó.

Su primer equipo fue el Tubantia Borgerhout con cinco años, pero donde empezó a formarse con vistas a ser profesional fue en el Germinal Beerschot, de donde también salió, por ejemplo, Thomas Vermaelen. Con apenas 16 años salió de Bélgica rumbo a Italia. En Piacenza y Cagliari empezó a ganar dinero y puso los cimientos de una vida de excesos: “El dinero cambia a las personas, me cuesta ponerme límites”.

Nainggolan es uno de los pocos futbolistas que han admitido que fuman (“sé que no es ejemplar”). Su ex seleccionador, Marc Vilmots, admitió que consumía media docena de cigarrillos al día y que en las concentraciones dormía en habitaciones con balcón para que no saltase la alarma de incendios. En Barcelona se hizo ‘famoso’ por lesionar de gravedad a Rafinha en septiembre de 2016. Años antes, Federico Mattielo, del Chievo, también había sufrido sus excesos.

Cuenta Monchi a As que Nainggolan “no es tan difícil de llevar, tiene un gran corazón”, pero el ex director deportivo del Sevilla ya ha sufrido sus excesos. En Nochevieja colgó en las redes sociales un vídeo visiblemente borracho (él mismo lo admitió) que dio la vuelta al mundo. Primero atacó a los periodistas (“buscaos una vida”), pero luego pidió perdón a los romanistas. En Cagliari tuvo un incidente con su esposa Claudia en presencia de su hija Aysha y recientemente ha sido multado con 1.600 euros y se le ha retirado un mes el carnet por un tribunal de Sint-Niklaas por conducir ebrio.

Nainggolan también hace gala de una estética muy particular. Su cresta y sus tatuajes forman parte de su personalidad. La madre de Radja, Lizy, falleció víctima de un cáncer en 2010. Durante tiempo, ocultó la enfermedad para proteger a sus hijos. Nainggolan tiene tatuadas dos alas gigantes con la fecha de nacimiento y muerte de su madre y la leyenda: “Descanse en paz”. Amante del hip-hop y el rap, de las gorras y los perfumes, Nainggolan tiene el cuerpo repleto de ‘tattoos’ con los nombres de sus hijas, el de su hermana en chino, dogmas tipo “Vive sin pretender. Ama sin depender. Escucha sin defender. Habla sin ofender”. Rizando el rizo, en 2015 llegó a ser confundido con un terrorista por un huésped del hotel Radisson de Amberes. La policía terminó haciéndose fotos con él. Nainggolan, queda demostrado, es un torbellino. Pero nadie como él para relativizar todo: “Hago mi trabajo como jugador de fútbol y eso es lo que importa”.