Con impotencia no hay milagro

El Villarreal volvió a caer en Europa en el primer cruce serio de la temporada. Como ya le pasó contra el Roma el febrero anterior, escondió sus defectos demasiado tarde ante un Lyon más hecho. Intentó la épica sin éxito. Su fisionomía y tradición reúnen pocos de los requisitos básicos que se necesitan para obrar una remontada. Hizo un buen partido si se hubiera tratado de una competición doméstica, pero en el cómputo global completó una mala eliminatoria en Europa. Tras los errores de la ida, esta vez defendió bastante mejor que atacó, cuando justamente necesitaba ser más eficaz en el área del Lyon que en la cueva de Asenjo. Así, desfalleció sin casi aportar una gota de emoción y acabó perdiendo a última hora con diez (¡qué dijiste Jaume Costa!). Sin pegada, lo normal es cada vez salir menos de casa. 

Calleja introdujo tres cambios en su once respecto al primer partido, buscando experiencia y equilibrio para no romper al equipo y alargar lo máximo posible la eliminatoria. Bonera fue la novedad en defensa, mientras que Javi Fuego fue la apuesta en medio campo. Las sensaciones jamás fueron las mejores. El Lyon siempre pareció con una marcha más que el rival, si exceptuamos a Mario y el arranque de Jaume Costa. Hasta el final del primer tiempo al Villarreal le costó un mundo mandar. Le faltó calidad para salir de la presión, sin Rodrigo como eje en sus funciones de interior, y también echó de menos el desequilibro de Castillejo. Sin embargo, las estadísticas reforzaron inicialmente el inesperado plan. El Lyon no se acercó a la portería de Asenjo y, además, el Submarino (con el 52% de la posesión) tuvo dos grandes ocasiones de Trigueros (28’) y Ünal (40’). Otra vez le condenó el acierto al definir.

Calleja no esperó a dar continuidad a la estrategia entrenada y poner en funcionamiento el segundo paso del proyecto. Comenzó a barnizar ese rombo en medio campo de contención tras el descanso con más imaginación y velocidad. Castillejo sustituyó a Fornals, que hasta entonces estaba desaparecido e impreciso en un día el de su cumpleaños con pocas apariciones que celebrar. Y después, Cheryshev sentó a Trigueros. Toque por nervio. El mensaje era claro. El orden y los miedos sobraban con tan sólo cuarenta y cinco minutos por delante. Los cambios vieron acompañados por una presión más alta y, sobre todo, bastante más acertada. Si en los primeros minutos de la segunda mitad en Lyon perdió la eliminatoria, esta vez amagó levemente con equilibrarla. Su actitud fue otra. Mario y Castillejo volvieron a avisar a Lopes, un portero de altura. El Lyon parecía temblar, pero en una ocasión aislada casi mata el partido. Fekir falló con la muleta y Depay no supo aprovechar un desfallecimiento de Bonera en línea de gol.

El encuentro llegó a la media hora final con el Villarreal ansioso por ponerle emoción a la eliminatoria y con el Lyon inquieto por sentenciarla. Calleja quitó a Javi Fuego y condujo al equipo ya sin cinturón en busca de la ansiada épica. Pero Jaume Costa, con una airada protesta, vio la roja, rompió el partido en su cuarto de hora final y acabo por decretar el estado de impotencia. El Lyon siguió a lo suyo y acabó por sentenciar con un pase filtrado de Aouer a Depay que éste regaló a Traoré. Fue la puntilla para el Villarreal, cuyo análisis interno debe apuntar a la delantera. Querer buscar la remontada es imposible con tu mejor goleador este curso en China (Bakambu), con su sustituto fuera de la lista (Roger Martínez) y con otro referente en el área lesionado dos meses por un pinchazo (Sansone). Bacca está fundido y Ünal, pese a que fue de lo mejor y ha madurado notablemente tras su mili en el Levante, tiene 20 años y se nota. Como al Villarreal, aún le falta para ser y no sólo para soñar.

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