Se cumple casi un año del partido que se aplazó por el temporal
Un temporal destrozó la cubierta de Río, todavía en obras. El Real Madrid quería jugar porque el Celta iba a poner a los suplentes
EI pasado viernes se cumplieron once meses del partido que debían disputar Celta y Real Madrid en LaLiga en Balaídos durante el anterior curso. Hasta que un fuerte temporal destrozó un voladizo de la cubierta de Río, lo que obligó al Concello de Vigo, propietario del estadio, a impedir la disputa del encuentro. El temporal generó una fuerte tormenta de intereses, pues el Real Madrid quería jugar a toda costa, ya que el Celta iba a salir con los suplentes al encontrarse en medio de la eliminatoria de semifinales de Copa contra el Alavés. Florentino presionó, pero al final el alcalde de Vigo, Abel Caballero, quien se erigió en protagonista con sus declaraciones, ganó la batalla.
Aquel partido debía disputarse un domingo a las 20:45 horas, igual que este. Y, como entonces, también se jugará entremedias de una dura eliminatoria copera, por lo que el Celta rotará su alineación ante los madridistas (el jueves juega la vuelta de Copa con el Barça). Demasiadas coincidencias once meses después, pero esta vez no habrá ciclogénesis explosiva.
Desde aquel mes de febrero, la grada de Río no ha parado de dar problemas. Caballero prometió entonces el comienzo inmediato de las obras de la nueva grada, con su consiguiente cubierta perfectamente instalada. Aseguró que la reforma estaría finalizada para el inicio de LaLiga, pero lo cierto es que los operarios no comenzaron a actuar hasta el verano. La grada de Río estuvo cerrada en pretemporada y se abrió en las dos primeras jornadas sin cubierta. El primer parón liguero aceleró las obras, pero en octubre volvieron los problemas.
Percance. Unas bolas que sujetaban la estructura de la cubierta vinieron defectuosas de fábrica y el problema se detectó con la estructura ya instalada. Esa circunstancia se produjo a pocos días de la disputa del partido contra el Atlético y el club vigués incluso llegó a plantear a los rojiblancos la opción de jugar el encuentro en el Metropolitano. La proximidad del duelo impidió el cambio de planes y la entidad olívica se vio obligada a jugar con la grada cerrada, dejando a ocho mil aficionados fuera de Balaídos en una imagen inédita.
Este imprevisto volvió a retrasar los plazos, ya que hubo que retirar todos los módulos de la estructura y empezar de cero. Ahora, por fin, la obra ya se encuentra en su fase final. El partido contra el Real Madrid podría ser el último que se dispute con esta grada en obras, completando de esta forma el círculo de la maldición de Río. Eso sí, el voladizo de esa grada quedará siempre en la retina.
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