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LIBERIA

Así ayudó Wenger a Weah a cumplir su gran sueño

El mejor jugador del 95 vivió momentos difíciles cuando aterrizó en Europa. El actual técnico del Arsenal fue su salvador. Ahora está cerca de ser presidente de Liberia.

Actualizado a
Weah y Wenger conversan durante la etapa en el Mónaco
Newz Post

George Weah pasó a la historia del fútbol al ser el primer africano en ganar el Balón de Oro. Fue en 1995 gracias a su año entre el Paris Saint Germain y el Milán. Se impuso al alemán Jürgen Klinsmann y al finlandés Jari Litmanen.

Ahora puede volver a hacer historia pero fuera de los terrenos de juego. El exdelantero lleva años metido en política y en las próximas horas se puede convertir en presidente de Liberia. Para ello debe ganar imponerse a Joseph Boakai en la segunda vuelta de las elecciones de Liberia y que los partidos minoritarios no reúnan los suficientes votos para hacer una colación mayor que la del partido Congreso por el Cambio Democrático al cual él representa.

Un reto de la misma envergadura que el que tuvo que afrontar cuando decidió dejar el Tonnerre Yaoundé de Camerún en 1988 para probar fortuna en el fútbol europeo. Fueron meses muy complicados en Mónaco, pero Arsene Wenger fue la persona que hizo que nunca tirara la toalla. “Cuando me mudé a Montercarlo no jugué nada en los primeros seis meses. Pero quería mostrar mi talento para los que pensaban que perdía el tiempo en Europa. Quería demostrar que era buen jugador. Wenger fue una figura paterna, me consideraba su hijo. Apareció en el mejor momento y me mostró su amor. Quería que estuviera en el campo siempre”, contó en The Guardian.

Weah vivió bajo el paraguas de Wenger durante años hasta su explosión como jugador y no duda en contar algunas de sus anécdotas. “Un día me encontraba muy cansado en el entrenamiento y me dolía la cabeza. Wenger me dijo: ‘Sé que es difícil pero debes trabajar duro. Creo que con tu talento puedes convertirte en uno de los mejores del mundo. Así que escuché y continué. Sin dios y sin Arsene no habría llegado tan lejos en Europa”.

El liberiano llevaba el fútbol en las venas y, aunque nunca pensó que llegaría tan lejos, era capaz de no dormir con tal de entrenar. “Cuando empecé en el fútbol jamás pensé que ganaría el Balón de Oro ni que llegaría a ser el mejor del mundo. Simplemente me apasionaba el fútbol y trabajé mucho. Prefería entrenar antes que dormir o comer”.