EI Villarreal fue el último equipo que ganó en Mestalla. Lo hizo en la última jornada del curso pasado. El Villarreal se aseguraba con la victoria la quinta plaza, mientras que el Valencia sufría su 18ª derrota y ponía fin a un calvario de temporada. Hablar hoy de aquello por Mestalla es hacerlo de otro tiempo, casi de otro mundo. Siete meses después, aun con relevo de Javi Calleja por Fran Escribá incluido, el Villarreal sigue peleando por lo mismo, síntoma de madurez de proyecto, mientras que el Valencia ha pasado del olvido a verse en el paraíso.
Obviamente uno de los culpables de ese cambio es Marcelino, que curiosamente fue presentado al día siguiente del mencionado último derbi y que volvía a los banquillos tras haber sido despedido unos meses antes por el Villarreal. Por ello Marcelino pone el morbo al duelo de hoy. Por sus años de amarillo y por la forma abrupta en la que salió de allí. Pero el asturiano tiene respeto y no rencor; mira al presente y no al pasado; y, sobre todo, ojea la clasificación y ve que su Valencia puede alejarse hoy a ocho del Sevilla y a trece del Villarreal, distancias ya considerables. Para la causa recupera a Simone Zaza, su hombre gol; a Garay, tras perder dos de los tres partidos sin el argentino; y a Gaya, uno de sus peones favoritos. Ah, y a Guedes le ven mejor.
Calleja llega a Mestalla con la educación de un alumno cuando va al despacho de un profesor admirado. Pero, a su vez, lo hace sin miedo. A fin de cuentas él formó parte del primer Villarreal que conquistó el feudo che en 2003 (1-2). Aún con bajas, su equipo compite y en Vigo lo hizo con un 4-2-3-1, que además de la victoria le dio pulmones a su medular. Pero hoy tiene a Bacca y debe decidir: más control o acción.