MUNDIAL DE CLUBES | REAL MADRID-GREMIO
Zidane, el rey de las finales
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Zinedine Zidane es un hombre al que el éxito parece acompañarle allá donde va. Se retiró en el Real Madrid como leyenda y en la actualidad, desde que asumió el cargo de entrenador de los blancos, sigue sumando títulos para las vitrinas del Bernabéu sin desperdiciar prácticamente ninguna de las oportunidades para ganar títulos que le brinda cada temporada y es que el francés lleva pleno de finales ganadas en el Real Madrid.
Desde que llegó al banquillo el 5 de enero de 2015 en sustitución de Rafa Benítez, Zidane ha llegado a seis finales y ha ganado las seis sumando dos Champions League, dos Supercopas de Europa, una Supercopa de España y un Mundial de Clubes.
Su primera final fue la de la Champions de 2016 contra el Atlético de Madrid en Milán. Una reedición de la celebrada en 2014 en Lisboa en la que él estuvo presente como segundo entrenador de Carlo Ancelotti. El de Marsella ‘repitió’ triunfo (1-1) esta vez en los penaltis y sumó su primer título como entrenador.
Esta Champions le llevó a disputar el Mundial de Clubes de la FIFA como reciente campeón de Europa en el que también consiguió el triunfo. Esta vez, su rival en la final fue el Kashima Anters japonés, campeón asiático que puso en bastantes apuros al conjunto blanco que acabó solventando la final por 4-2 en la prórroga. Antes, ganaría la final de la Supercopa de Europa al Sevilla resuelta de forma agónica con un gol de Carvajal en los instantes finales de la prórroga.
Después del éxito cosechado en enero, los de Zidane pusieron la directa en las eliminatorias europeas y dejaron atrás a Nápoles, Bayern y Atlético de Madrid para llegar a su segunda final de Champions consecutiva. En Cardiff, el Madrid de Zidane afrontaba un reto mayúsculo. El primero, superar a una Juventus que volvía a una final europea después de caer contra el Barça en la de 2015 con un bloque reforzado (defensa excelente, Buffon de vuelta en su mejor nivel, Dybala...) que venía de eliminar con autoridad a los culés. Y el segundo, ser el primer equipo en hacerse con dos Champions League de manera consecutiva. Todo esto, además, sin Gareth Bale que protagonizaba el debate esos días sobre si saldría él de la partida o Isco, en ese momento y hasta ahora, uno de los pilares del Madrid.
Para Zidane fue como una final soñada. Su planteamiento con Isco por detrás de Cristiano y Benzema desarboló a la BBC juventina (Barzagli, Bonucci, Chellini) y logró una goleada poco esperada hasta por el más optimista (4-1). En verano, llegarían las Supercopas de Europa y de España, ambas resueltas con autoridad ante Manchester United y FC Barcelona, al que sumió en una breve crisis tras el dominio demostrado por los blancos en ambos partidos a finales de agosto.
Este sábado, el francés afrontará su séptima final como entrenador del Real Madrid ante el Gremio de Portoalegre, campeón de la Libertadores, de nuevo con la posibilidad de insciribir su nombre en los libros de récords, al ser el primer club que repite título de campeón mundial de clubes de la FIFA.