El campeón de Europa, en Rusia
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El campeón de Europa estará en el Mundial de Rusia. Se impuso claramente a Suiza que, hasta ayer había realizado una clasificación impecable: nueve partidos y nueve victorias. Pero, en el campo benfiquista de La Luz, Suiza tenía delante a una selección portuguesa con Ronaldo y mucho más.
El seleccionador portugués cambió a cinco jugadores respecto a los que ganaron el sábado a Andorra, prueba de que tiene mucho dónde elegir. Dejó en el banquillo a Renato, Guedes, André Gomes, Gelson, Danilo y Quaresma y se supone Fernando Santos no los sentó para dar ventajas al rival. Sacó a los mejores, pero se dejó a los driblistas Gerson y Quaremos y sacó a martillos pilones como Moutinho y el sereno, el magnífico anónimo, William Carvalho. Él se encargó de coger todo lo que quedaba suelto en el centro del campo.
Suiza es un equipo que no se inmuta, aunque sería una exageración decir que funciona como un reloj; no, es un equipo cohesionado, con un Lechtsteiner en la defensa que se las sabe todas, y en general gente con oficio labrada en la inmigración del país. El equipo de Petrovic lo controló todo durante 40 minutos, dejando exclusivamente que por las alas Eliseu y Cédric lanzaran centros inútiles para gloria del portero Sommer.
Ninguno de los dos equipos crearon peligro. Lo más excitante de esos minutos bostezantes no ocurría en el césped sino en el palco. Allí estaba Madonna, sola, sin nadie al lado que le explicara que los de rojo era portugueses y los blancos suizos y que a veces hay partidos divertidos. Afortunadamente, sus gafas negras ocultaban si miraba el partido o un videoclip. En esas, un suizo se metió un gol, y su hijo benfiquista le dijo que a partir de entonces iba a ser mucho divertido.
La derrota le enviaba a Suiza a la repesca. Eso le obligó a estirarse, a abrirse, para deleite de artistas portugueses como João Mario y Bernardo Silva y obreros como André Silva, el prometedor delantero que aprovecha muy bien el exceso de atención que recibe Cristiano. Aunque participó mucho, no fue el día del goleador. Falló una ocasión clamorosa al no poder regatear al portero, afortunadamente para Portugal, minutos antes André Silva había resuelto el encuentro con un segundo gol.
Suiza quiso reaccionar, pero Portugal es mucho Portugal si no se duerme en los laureles como le ocurrió en Suiza. Apenas Seferavic asustó en una ocasión después de una noche muy oscura, igual que Sakiri y la delantera en general.
Roto el partido, el equipo local pudo ampliar su ventaja en varias ocasiones, pero el relajamiento de la misión estaba cumplida les llevó a fallar en los últimos metros, donde Bernardo y João Mario llegaban a placer, sueltos y con espacios.
Fernando Santos ya había avisado que sabía el regalo de sus jugadores por el 63º cumpleaños: la clasificación. Se la dieron y con total justicia. Portugal, después del primer tropiezo, ha cosechado nueve victorias en nueve partidos. Un a noche brillante cerrada a voz en grito por todo el estadio con el canto del himno nacional y con el seleccionador colocando su mano en el corazón.