El calentón de Neymar altera el Clásico en versión Superbowl
Madrid y Barça disputan un amistoso insólito con sus mejores onces. Ramos se estrenará en el Madrid. Neymar puede jugar su último partido de culé.
A Roy Evans, que pasó cuarenta años en el Liverpool como futbolista, entrenador y mánager, le encantaban los veranos (que disfrutaba en Puerto Banús): “Es la única época del año en que no pierdes partidos”. Esos veranos de Evans se han hecho cada vez más cortos, las derrotas menos indoloras y los amistosos cada vez más lejanos y mejor pagados. A Madrid y Barça, que se hicieron incompatibles en amistosos y giras, los reúne hoy la International Champions Cup en Miami, con cierto alboroto en ambas orillas.
Más llamativo resulta el del Barça después de que un aficionado captara con su cámara una bronca/casi pelea de Neymar con Semedo. Una entrada del portugués provocó la desproporcionada reacción del brasileño, al que tuvo que frenar a duras penas Busquets. Se marchó del entrenamiento (o le invitó a hacerlo Valverde) mientras arrojaba el peto al suelo y pateaba con furia cuanto encontraba a su paso.
Neymar empieza a no estar en el Barça. De hecho, se da por bueno que este será su último Clásico y que después de la gira rematara su marcha al PSG. Suyos son los tres goles que le han dado dos victorias al Barça: dos ante la Juve y uno ante el United.
Seis millones por cabeza
Si algo resulta valorable en Neymar es su capacidad para regatear en el campo los problemas que se le han cruzado fuera de él: Hacienda, DIS, el PSG... Por eso tampoco resultaría extraño verle en el once de gala del Barça, casi de obligado cumplimiento porque el partido servirá de ensayo para el doble duelo de Supercopa de mediados de agosto y porque los más de seis millones de euros que cobra cada uno de los clubes no admiten descortesías.
El partido es el sueño de Stephen Ross, dueño de la competición y de los Dolphins de Miami, equipo de gran solera de la NFL. Ross, el mayor promotor inmobiliario del país, con negocios en Nueva York y Florida y con una fortuna estimada de 7.400 millones de dólares, ha gastado más de 400 en reformar el Hard Rock Stadium donde hoy se juega el encuentro. Pretende que el mundo gire hoy su vista hacia esta Superbowl del fútbol.
Ramos sale a escena
También se espera el mejor Madrid posible, esta vez con Ramos, cuya ausencia por el alargue de las vacaciones y una afección auditiva ha retrasado su puesta escena, con catastróficas consecuencias para el equipo (cinco goles encajados en dos partidos): “Ya me he puesto las botas y estoy listo”
Con Ramos, el Madrid cierra su defensa titular, pero debe buscarle relevo al lesionado Kroos y a Cristiano. La ausencia del portugués le quita gol al equipo y le reordena en un 4-4-2, en el que repetirán Benzema y Bale, dos talentos de muy baja fiabilidad. Apenas han aportado nada en los ensayos. El francés añora a Cristiano. De hecho, debe parte de su fortuna a su papel de proveedor del crack. Bale, en cambio, estaba llamado a relevarle en el liderazgo, pero sigue en un rol de jugador de complemento, con poco peso en el equipo. Está llevando mal la amenaza de Mbappé. Es partido para reconciliarse con el madridismo ante un Barça al que Valverde ha devuelto esa presión a la yugular que tanta grandeza le dio al equipo en tiempos de Guardiola. Es de esperar que este clásico en minúsculas dé para el mejor anuncio posible de nuestra Liga.