Se retira Capdevila, el campeón del Mundo de la eterna sonrisa
El lateral zurdo, campeón de Europa y del Mundo con la Selección, cuelga las botas tras caer en la previa de Champions, en julio: una circunstancia tan singular como lo es él.
Solo un campeón del Mundo tan singular como Joan Capdevila podía despedirse del fútbol así: con un partido de Champions en pleno mes de julio. El mundo al revés. No en vano, y pese a su espectacular palmarés, que incluye la Eurocopa de 2008 y el Mundial de 2010 con la Selección española, el lateral zurdo de la permanente sonrisa siempre ha atribuido su éxito a ‘La Suerte’. Así incluso se llamó su autobiografía, que escribió junto a la periodista Alma Marín y que él quería titular ‘Los malos también llegan’. Genio y figura.
Y vaya si llegó. Hasta los 39 años, concretamente. Los que tiene ahora, cuando ha decidido retirarse tras una última época jugando al fútbol por placer en el Santa Coloma, campeón de la Liga de Andorra, que este martes era eliminado en la Champions tras caer en la primera ronda previa ante el Alashkert armenio (3-0 en la ida y un insuficiente 1-1 en la vuelta). Un mundo, como el que él conquistó, ha transcurrido desde que, procedente de su Tàrrega natal, ingresara en la cantera del Espanyol, club del que era socio desde los 12 años. Y que llegara a jugar junto a su ídolo, Jordi Lardín.
El destino solo le tenía guardada una mala pasada. O dos. Las que se derivaron de su agridulce traspaso al Atlético de Madrid, en 1999, en que parte de la afición perica le tildó de pesetero (pese a que la venta salvaba a un Espanyol malherido económicamente) y el descenso al curso siguiente con los colchoneros, con el título de Copa para los pericos en aquella final de Mestalla. Ese mismo verano de 2000 se colgaría la plata olímpica en Sidney y, tras su pase al Deportivo, la primera de sus dos Supercopas de España. Del título de Copa se desquitaría en 2002, en la final del Centenariazo.
Pero su plenitud futbolística la alcanza en el Villarreal, donde aterriza en 2007. Y, tras acabar subcampeón en su primera Liga como amarillo, llega la llamada de Luis Aragonés para la Eurocopa. Y, dos campañas después, la de Vicente del Bosque para el Mundial. Siempre como titular indiscutible por el flanco izquierdo, pese a que sus goles con la Selección llegaron con la derecha. “¡No será tan mala!”, bromeaba, como cuando explica la anécdota que protagonizó en un partido en que se midió a David Beckham: quería marcarle la línea, pero en lugar de espetarle “be careful” (“cuidado”) se equivocó y le llamó “beautiful” (“guapo”).
Tras un breve paso por el Benfica, en 2012 regresó al club de sus amores, el Espanyol, con el que llegó a renovar por otra temporada. Un reencuentro que le sirvió para seguir mostrando su fútbol y para reconciliarse, más de una década después, con su afición. Y para acabar de ganarse una puerta en Cornellà: la 32.
Al término de su segunda etapa perica, aún le dio tiempo de embarcarse en la aventura de la Superliga india, con el North East United, donde se sintió abrumado porque los estadios se llenaban. Y hasta volvió a Europa, al Lierse belga, donde una lesión de cruzados le hizo temer lo peor: la retirada. Pero Capdevila siempre se ha divertido jugando, convencido equivocadamente de que el fútbol le ha dado más que él al fútbol, y por eso ha culminado su carrera jugando para divertirse.
Ahora apunta a los banquillos, aunque él siempre sostuvo que se vería más como segundo entrenador que como primero, o en un cargo íntimamente ligado al césped, a lo deportivo, al fútbol. Quién sabe si en el Espanyol. Esa será su ‘Suerte’. O la de todos.