NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

BARCELONA 1-UNITED 3

Ronaldinho emociona a 50.000 personas pero gana el United Legends

El Camp Nou evocó sus virguerías, las rabonas de Rivaldo y las carreras de Davids pero quien hizo los goles fue el United: Blomqvist, Poborsky y Yorke.

Actualizado a
Ronaldinho emociona a 50.000 personas pero gana el United Legends
ASTV

Controvertida en otra época, Ronaldinho ya no tiene que disimular la simpática curva de la felicidad que se le dibuja. Viéndolo calentar, abrazado a los críos y sudando, tal vez, la noche de Castelldefels, era difícil sospechar que este futbolista mágico que cambió el humor del barcelonismo estuviese mucho tiempo sobre el césped. Y sin embargo, jugó los 90’ y dejó tal colección de virguerías que resultó imposible no echarle de menos. Ronaldinho fue el principal reclamo que llevó al Camp Nou casi 50.000 personas. Eso era lo más importante, recaudar dinero para la construcción en el Hospital Sant Joan de Déu del centro oncológico infantil más importante de Europa: el Pediatric Cancer Center.

El invitado al partido de leyendas era el United. El Camp Nou no es un escenario más para los red devils. Jugadores como Yorke vivieron la noche más grande de la historia del club aquel 26 de mayo de 1999 en el desenlace más increíble jamás visto en una final de Champions. Se echó de menos a los miembros de The Class of’92: Beckham, Giggs, Scholes, Butt o los Scholes. El árbitro no quiso cargarse el show en el minuto dos y se abstuvo de expulsar a Van der Gouw, que agarró el balón con las manos fuera del área. Pero luego el United no tuvo piedad. Menos efectista pero más fectivo, liquidó al Barça Legends con goles de tres clásicos: Blomqvist, Poborsky, qué recuerdos de su Europa en 1996, y Yorke, ese delantero que acabó sus días jugando de mediocentro con Trinidad y Tobago. Merecieron más las carreras de Davids, una rabona copyright de Rivaldo y las diabluras de Ronaldinho. Messi es una deidad, pero el Camp Nou sigue necesitando su sonrisa.