EL CALDERÓN DE ATLÉTICOS ILUSTRES
"Brindé con Sabina por el Vicente Calderón con tequila"
Pancho Varona recuerda con AS una vida en el Calderón. La canción que me recordará el estadio para siempre es ‘Maneras de vivir”.
Su primer recuerdo del Calderón “es una fachada y una cartera vacía”, la suya: “Yo era muy joven y no tenía dinero para entrar”. La foto es en blanco y negro de la vida de Pancho Varona (Madrid, 1957). Hoy se presenta en Twitter (@Panchovarona) y el Atleti es la cuarta palabra: “Música. Autor. Del Atleti”. Bueno, en realidad, casi tercera. El domingo 21 fue el rojiblanco que más echó de menos Madrid. Estaba en México, de gira (hasta el día 30). No se despidió del Calderón desde el Calderón, pero no dejó de pensarlo. Como si 9.000 kilómetros no fueran distancia.
Su guitarra es la de Sabina. Su historia está en el himno del Centenario. “Hacer esa canción con Joaquín fue uno de los momentos más altos en mi vida profesional, pero sobre todo significó mucho en lo sentimental. Un sueño realidad. Y con mi amigo del alma”. El o del Metropolitano,/ donde lloraba mi abuelo/ con mi papá de la mano es suyo. “Al Metropolitano fui con mi papá de la mano. Una sola vez. Ese niño soy yo”.
Hijo de granadino del Atleti y madre de Bilbao, “y del Athletic”. Ganó él. Pancho cuenta por qué: “Lo mejor que el Atleti me ha dado en la vida es la ilusión inquebrantable. La idea de familia y de barrio. Caer y levantarte”. El jugador que le dejará para siempre el Calderón son dos. Gárate (“el colmo de la elegancia, el señor del fútbol”) y un don, Luis. El partido es el último del año del doblete, ante el Albacete: “Salí del estadio eufórico, con mi bandera, y me fui al estudio donde grababa con Joaquín el Yo, mi, me, contigo”. El gol aquel de Vieri, “desde el banderín del córner: hoy hubiera sido Trending Topic tres años seguidos”. Al hablar de emoción, mira al presente y al hombre de negro en el banquillo, Simeone. “Soy muy fan de lo que contagia al estadio, al público. Esa emoción la llevó en el corazón para siempre. Su nombre y el del Calderón ya están unidos los siglos de los siglos”.
Despedir con tequila. El Calderón. “El vacío que va a dejar en esa zona de Madrid, ese barrio, será tremendo”, suspira. “Y en los corazones de millones de atléticos”, añade. De la mano, a éste, se trajo a su hija, Irene, como hiciera su padre con él y el Metropolitano. “De pequeña, yo le dije que pensara bien de qué equipo quería ser. No lo dudó. Orgullo rojiblanco”. El domingo pensó en ella desde México, “tristísimo” porque se iba el estadio. “Por suerte, aquí, las tristezas se ven más lejos”, dice.
Así que, a 9.000 kilómetros, brindó “con tequila por el Calderón” con su “hermano Joaquín”. De fondo perfectamente hubiera podido sonar aquella canción que “cada vez que la ponían en el estadio por megafonía” le erizaba la piel. Cantaba Rosendo. Maneras de viviiir, Maneras de viviiir. Pues eso.
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