La BBC pasa por el horno de San Paolo para llegar a cuartos
Examen de compromiso para el tridente en la caldera napolitana. Zidane podría poner el once que conquistó la Undécima en Milán (20:45, A3).Nápoles-Shakhtar Donetsk
Sigue el partido de vuelta de octavos de final de Champions League entre Nápoles-Real Madrid.
En cierto modo, como hace treinta años, el Madrid juega contra una ciudad. “Desde que llegamos al hotel nos presionaron. Pasamos dos días rodeados de antidisturbios y vallas. Por la noche hicieron sonar petardos, tambores y trompetas para no dejarnos dormir. Nos rompieron las lunas cuando íbamos al entrenamiento”. Así recuerdan los madridistas del 87 aquella eliminatoria de Copa de Europa ante el Nápoles. Con menos excesos, los aficionados partenopeos han repetido coreografía, aunque el Madrid ha tomado esta vez sus precauciones cerrando para su estancia un hotel/fortaleza inabordable para los tiffosi. Pero casi mil de ellos estuvieron ayer a las puertas del Palazzo Caracciolo para ayudar en la misión.
El Nápoles vendió 40.000 entradas en un día y ayer invocó a la afición para encoger al Madrid. “Se oirá a nuestra hinchada en Turín”, profetizó Hamsik. La respuesta de Zidane al ascenso de temperatura será clásica, con el once que ganó la última Champions, que tiene a la BBC en su desembocadura. Jugaron juntos los cuatro primeros partidos de la fase de grupos. Benzema fue suplente en el quinto y Bale no jugó los dos últimos. Suman nueve goles entre los tres, dos de ellos de Cristiano, su peor registro desde que llegó (se ha movido entre cuatro y 12 goles a estas alturas).
La cuestión es si el tridente ofrece contraindicaciones, más tras el triunfo cooperativo en Eibar sin dos de ellos, como cree una parte de la afición. Cristiano y Bale llegan descansados y el Madrid ofrece un dato que intimida: 46 partidos consecutivos marcando. Sin embargo, le han anotado en todos los partidos de esta Champions, competición en la que contabiliza sólo una derrota, en Wolfsburgo, en los últimos 21 partidos.
El peculiar De Laurentiis
El Nápoles ha decidido agarrar el partido desde el lado de la pasión, empezando por su presidente, Aurelio di Laurentiis, productor cinematográfico, hijo de productor, nacido y residente en Roma aunque de ascendencia napolitana. Primero escenificó su reconciliación con Sarri, al que ve como “ese niño indomable que ha pasado mil avatares para llegar donde quería”, en referencia a su larga andadura por clubes modestos.
En cierto modo desconfía de él (“jugar de forma tan descarada puede acabar mal, pero también puede acabar mal para el rival”) pero necesita ofrecer hoy una imagen de unidad ante la hinchada. Al partido acudirán el alcalde de la ciudad, De Magistris, con el que no siempre congenió De Laurentiis; Francini, autor del único gol napolitano en el 87, y Careca, lugarteniente de Maradona en aquel tiempo. El argentino, que tiene un compromiso de la FIFA en Seúl, estará representado por su hijo.
En el campo, en cambio, el Madrid encontrará el mismo equipo que no le incomodó demasiado en el Bernabéu, con Hamsik en la dirección y lo que en Nápoles se conoce, por su velocidad y escasa corpulencia, como el tridente ligero por delante: Callejón, Mertens e Insigne. Este último es el único italiano en el once. Desde el Bernabéu han ganado dos partidos y perdido otros dos. Y se han conjurado para hacer sufrir al Madrid.