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VILLARREAL 2 - REAL MADRID 3

Remontada de campeonato

El Madrid levanta un 0-2 a la heroica a lomos de Isco con goles de Bale, Cristiano de penalti y Morata. El Villarreal hizo un partidazo y se quejó mucho del árbitro.

Remontada de campeonato
HEINO KALISREUTERS
LALIGA

En un ataque de furia, en una carga desesperada, el Madrid salvó su liderato en Villarreal. En veinte minutos puso patas arriba un 0-2 que le dejaba sin comodines. En este equipo, adonde no llega el fútbol alcanza la fe. Cruzó la línea de la victoria, como tantas veces, con el semáforo en ámbar.

El Madrid pasó en veinte minutos de la inhibición a la exhibición. Recuperó la pelota y la fiereza cuando se vio sobre el precipicio. Bale metió un gol en cabezazo de rompe y rasga que resultó una maniobra de reanimación inesperada. El Villarreal, que había gobernado el partido, se arrugó extraordinariamente, en parte por el empuje del líder, en parte porque le abandonaron las fuerzas. El Madrid encontró el empate en un penalti para la discordia. Un rebote golpeó en la mano de Bruno, que tenía el brazo excesivamente levantado. Eso equivocó al árbitro. Un toque involuntario en una postura antinatural le condenó. El lance desquició el partido. Escribá fue expulsado. Cristiano marcó el penalti. Y Morata acudió puntual al asalto final, con otro cabezazo que le quitó al Madrid la soga del cuello.

El Villarreal fue lo que dicen sus números, un equipo casi irrompible, de producción moderada en ataque y que nada regala en defensa. Un equipo regado de buenos centrocampistas y con inteligente un retoque en su dibujo (se recompuso sobre un 4-1-4-1) que le hizo aún más consistente.

Afligió al Madrid, negándole la salida con Trigueros, Bruno y Dos Santos, futbolistas de gran sentido táctico, y con Castillo y Adrián inquietantemente acostados en las bandas. Ahí el Madrid no sabe a qué quedarse. Carvajal y Marcelo facilitan su despliegue, pero les cuesta volver. Las dos mejores oportunidades del Madrid en la primera mitad fueron construidas por el brasileño: una, en cabezazo de Benzema, fue salvada por Asenjo a costa de lesionarse; otra, de Bale, se fue a la grada. Pero, a la vez, por esa misma banda abrió Samu Castillejo un pasillo tremendo que hizo tambalearse al equipo de Zidane. El ex del Málaga dejó un larguísimo repertorio de cómo desbordar.

El Villarreal de Marcelino fue construido para la emboscada, pero Escribá ha logrado, a ratos, convertirle en un equipo dominante. Este fue el caso. Durante toda la primera mitad tuvo en un puño al Madrid, al que no toleró ni combinaciones ni contragolpe. Fueron 45 minutos de malestar general ante un fútbol vigoroso, insistente, ordenado, con mejor organización que remate. Dos veces llegó a la zona de la verdad el Submarino: Keylor rehabilitó su figura en la primera, a zapatazo de Mario; Samu Castillejo no supo aborchar el bote pronto en la segunda, a dos pasos de la línea de gol.

La BBC salió sin los dientes afilados. Bale se retrasó para sentirse parte del partido, pero le faltó profundidad. Cristiano, que ha perdido narcisismo en su juego, quedó fuera de la zona de operaciones, porque al Madrid no se le permitió correr. Benzema, con continuos cambios de enclave, se quedó en el intento. Se trastabilló en el último pase y no estuvo para el remate. No fue ni carne ni pescado.

El gol de Trigueros, en una media vuelta tras rechace de Marcelo, no hizo sino confirmar hacia la dirección que hacía tiempo había tomado el partido. El de Bakambu, tras quitarse de encima con suma facilidad a Ramos, asomó al Madrid al abismo. Luego fueron subiéndose al partido Isco, que puso en marcha la locomotora, Morata y Lucas Vázquez y la hora larga de un Villarreal luminoso quedó apagada por una remontada de campeonato.