El Athletic se la pega en Chipre
Sigue el fracaso a domicilio. Ni siquiera contra diez pudo el equipo rojiblanco serenarse para pasar en el cruce de un torneo que aspiraba a ganar.
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EI Athletic se baja abochornado de la Europa League, a las primeras de cambio cayó a la lona, en el cruce inicial. La ilusión de pelear por el título se va por el sumidero, porque a domicilio es un guiñapo y porque el entusiasta APOEL le cogió la aguja de marear. Como en la ida, éste se llevó el gato al agua con su pegada descomunal, de Champions, y por la tiritona de los leones en las dos áreas. Ni siquiera aprovecharon estos disfrutar casi media hora de uno más por expulsión de Sotiriou (en el suspiro final se equilibró con la roja a Iturraspe). En ocho minutos tras el descanso, la aventura vizcaína en Nicosia quedó abortada.
Con 30 segundos consumidos en de la segunda parte, un centro casi imposible, pero lanzado por pura fe, de Efrem, encontró a la zaga contemplativa, más pendiente del pase que de la llegada de Sotiriou, que sacó un remate de autor para batir a Iraizoz. Apareció el joven punta en la eliminatoria y demostró por fin la clase que lleva adherida. El caso es que un suspiro después, Balenziaga, otra vez un lateral desbordado, ofreció un pasillo a Gianniotas, que al sentir la mano del lateral se dejó caer. Penalti inexistente pero castigo merecido por la falta de agresividad.
Si el GSP iba a ser un infierno, las llamas, el demonio, lo tenían los visitantes dentro del cuerpo, porque no jugaron a nada. Y no se puede poner la excusa de la ausencia del lesionado Aduriz; ¿qué más habría dado? No habría tenido alimento alguno porque el balón corrió por las piernas de los rojiblancos sin sentido. Intentó la reacción Valverde a la desesperada, con 2-0, a través de Villalibre, un meritorio del filial, y Sabin, que sale de una operación de pubis. Fuego de artificio.
El equipo se dio un batacazo histórico. Leyó fatal la partitura, con Muniain moviéndose caótico por todas las partes, pisando los espacios de los medios centros. El equipo no buscó las rupturas, los jugadores no ocupaban rincones intermedios y trató de enchironarse cerca de Waterman sin ninguna coherencia. Lo de siempre: cero profundidad y carcajadas de las dos lineas prietas de cuatro y el portero enemigos. Que deja claro que la etapa bilbaína de Valverde se acaba.