366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 2 DE DICIEMBRE
Bill Shankly entra en el Liverpool (1959)
Nacido en Escocia en 1913, Bill Shankly pareció ser un elegido del destino para hacer de este club algo especial. Tras una carrera como jugador en el Carlisle y en el Preston North End, fue entrenador en varios equipos escoceses antes de aceptar el cargo en un Liverpool que entonces estaba en Segunda, no había conseguido ningún título desde doce años antes y se encontraba en la ruina. Para firmar puso una condición: plena autonomía para decidir las alineaciones, cosa que no todos los entrenadores tenían entonces. «Los directivos deben dedicarse a buscar dinero para fichajes», dijo. Entre sus primeras decisiones estuvo cambiar el uniforme blanco del Liverpool por uno íntegramente rojo, «para darles más visibilidad a nuestros jugadores», y traer de Escocia a un delantero centro, Saint John, y a un central, Ron Yeats. Dio muchas bajas entre lo que encontró.
En dos temporadas habían subido a Primera. En 1964 ganaron la liga, en 1965 la Copa, en 1966 otra vez la liga. Su trabajo caló por su sencillez. «Consiste en enviar el balón, a unas veinte yardas, a un compañero, y luego moverse hasta donde lo puedas recibir de nuevo». Era el llamado passing game, basado en un movimiento constante de desmarque. Creó una atmósfera de trabajo sencillo, familiar y efectivo. Fue legendario su boot room, la sala en la que se cambiaban él y sus ayudantes, y donde recibía rara vez a los jugadores, para tratar alguna cosa importante. Los debutantes pasaban una charla-examen previa en ese cuarto. Los jugadores llevaban la ropa a casa y la lavaban, cada uno de los juveniles era asistente de algún profesional, cuyas botas cuidaba y cuyos consejos recibía. Una atmósfera del buen, viejo y sagrado fútbol inglés invadió al club, salpicada por las frases ocurrentes de Shankly, la más célebre de las cuales fue aquella de: «El fútbol no es una cosa de vida o muerte, sino algo mucho más serio que eso». Fue satírico con el Everton, el rival de la ciudad: «En esta ciudad hay dos buenos equipos: el Liverpool y los suplentes del Liverpool». O bien: «Si el Everton jugara en el jardín de mi casa correría las cortinas». Su estilo hizo del Liverpool el gran equipo de Europa durante bastantes años.
Aunque dimitió, sorprendentemente, en 1974, su sucesor, Bob Paisley, que había sido su ayudante, fue en la práctica un continuador de su estilo de trabajo. Shankly tenía entonces cincuenta y cinco años, una perfecta salud y era adorado en Liverpool. Paisley, que había sido su ayudante los tres últimos años, era un tipo extremadamente modesto, que en principio no se atrevía a coger el cargo. Había sido un modesto jugador del club, a caballo de la guerra, en la que luchó en África, y estaba contento con su puesto de segundo. Pero siguiendo las enseñanzas de su maestro lo hizo magníficamente bien: cuando se marchó, nueve años más tarde, ya con la edad de sesenta y cinco, había ganado una UEFA, tres copas de Europa, seis ligas y tres copas de la liga. Siempre siguiendo la línea de trabajo de su maestro, Bill Shankly. Shankly falleció en 1981. El Liverpool era para entonces una cosa muy distinta a la que encontró. Cuando el duelo, que arrastraba a miles de personas, pasó junto al campo del Everton (a dos manzanas del del Liverpool) los jugadores del gran rival interrumpieron su entrenamiento y salieron a la calle a aplaudir su paso.