Poyet agoniza víctima de sus ocurrencias y de dos zapatazos
Trigueros y Soriano devuelven al Villarreal a la Champions. El Betis queda herido con tres puntos de los últimos 15 y su entrenador sentenciado con Rubén Castro en el banquillo.
El juicio de El Madrigal dejó visto para sentencia más o menos lo esperado. El Villarreal resucitó a lomos de los pilares tras el fiasco de los suplentes por Europa. Y el Betis echó más leña al fuego con otro partido incomprensible que deja a Poyet con el mundo en su contra. La diferencia actual entre uno y otro equipo es abismal. El primer tiempo fue el resumen perfecto. Acabó 1-0, pero Víctor pudo ampliarlo con un remate al larguero y Sansone perdonó a placer. Mientras el Submarino regresa a los puestos de Champions como tercero con su nervio habitual, el Betis continúa en el alambre con tres puntos de los últimos 15. El dinero seguro que es importante para entender el panorama. Pero más lo es la toma de decisiones en la banda y en el palco. Si Escribá ha dado continuidad a todo lo que funcionaba, Poyet ha echado abajo casi todo lo que había conseguido Merino. Sobre todo la alegría.
Ahora que el foco se centra en las selecciones es hora de ser justos. Si algún día Lopetegui echa mano del Villarreal, tercero de esta Liga, más allá de Asenjo como lujoso relleno, debería acordarse de Bruno y, sobre todo, de Víctor Ruiz y Trigueros. Ellos son el alma de este equipo. Y no por esta jornada. Más bien es por su regularidad a este espléndido nivel. El defensa sigue contribuyendo a que el Submarino sea el equipo menos goleado y el poderío del mediocentro fue clave para abrir la lata y devolver la calma. Su gol fue de bandera.
Dicen que el Betis estuvo en El Madrigal, pero pocos le vieron. Que Rubén Castro sea suplente en este equipo, por muy mal que esté, es simplemente de locos. El dibujo propuesto por Poyet es ilegible y confunde al personal, la defensa da más miedo a su portero que a los rivales, el centro del campo sufre horrores para darse la vuelta de espaldas y proponer y Sanabria tiene muy buena pinta pero no marca desde marzo. Sólo se intuía algo potable en las botas de los laterales y en la cabeza de Joaquín. En El Madrigal únicamente luchó por que los daños fueran los menores. Recibió un segundo tanto, en el que Adán también pudo hacer algo más al misil de Soriano, y sin embargo no se le vio estresado, no se remangó con amor propio ni se lanzó con pinturas de guerra en busca de heroicidades. Sólo se vio a su entrenador hacer sin éxito tres cambios ofensivos en un minuto a la desesperada. Dio igual. El Betis volvió a casa tirando sin peligro entre los tres palos y dando muchos motivos para recibirlos.