Webó y Rusescu, dos ex de LaLiga, complican al Villarreal
El Osmanlispor asalta El Madrigal y mete en problemas al equipo de Escribá, segundo ya, repleto de suplentes y espeso. Rodri, debutante en Europa, llegó a empatar con un churro.
El Villarreal se complica la vida en Europa ante un rival menor pero, curiosamente, superior. Ganó quien tuvo las ideas más claras. Sin hacer caso de los complejos ni de las diferencias que marca el ránking UEFA. Webó y Rusescu, dos delanteros que pasaron por LaLiga, sorprendieron con sus goles a un Submarino más amarillento que amarillo. El primero, ex del Mallorca, Osasuna y Leganés, se encontró un rebote al inicio. El segundo, revulsivo y ex del Sevilla, dio la puntilla cuando el equipo de Escribá había recobrado las constantes vitales. Ahora, con el 1-2, el Villarreal deberá ponerse serio en las dos jornadas restantes para no sonrojarse tras su concurso en un grupo asequible. En estos momentos es segundo. En Zúrich y ante el Steaua sólo le vale ganar si no quiere ser recordado por haber tirado de mala manera la Champions y la Europa League en sólo tres meses.
Ya no es casualidad que el Villarreal no arranque los jueves, que le cueste dominar, que encaje fácilmente y que sude la gota gorda para mantener el tipo. La planificación se ha hecho pensando en que hay dos equipos de garantías para rotar los domingos y entre semana. Y eso es un sueño bastante lejano de la realidad. La defensa, sólo con un titular, deambula descoordinada. Falta una mejor salida. También profundidad. Y, sobre todo, la contención habitual. Bruno se desespera en medio campo sin socios que rompan líneas. Y Bakambu echa de menos su complicidad con Sansone. Borré será buen delantero pero todavía no lo es. Así, el Osmanlispor jamás se vio agobiado en el primer tiempo con el resultado a favor. Cheryshev fue su único incordio.
En la segunda mitad se nivelaron las cosas por un golpe de suerte. Rodri, debutante en la competición, robó un balón en su parcela, se lanzó a la guerra a falta de movimiento amigo y en su disparo casi a la desesperada encontró una madeja de piernas que convirtió un disparo común en una vaselina fabulosa. Hasta entonces había mostrado demasiada timidez. Una prudencia que en fútbol se convierte en defecto. Sin duda se echó de menos a Trigueros. El Villarreal pareció en ese momento venirse arriba, pero las contras del Osmanlispor le hacían dudar y temblar. En una de ellas Maher dio un aviso. A la siguiente, Rusescu, recién salido por Webó, no perdonó en un nuevo rechace.
El Villarreal intentó durante veinte minutos maquillar la papeleta. Le faltó orden, ritmo e ideas. Fracasó y dio la sensación que hubiera fracaso con una hora por delante más. Ahora tiene dos opciones: lamentarse e incluso quejarse del árbitro por un posible fuera de juego en el 0-1, por una expulsión perdonada en el primer tiempo a Çuruksu e incluso por un penalti escamoteado por manos, o hacer autocrítica. Varios de estos titulares no están por ahora para más que la Copa. Y los tres revulsivos, titulares habituales, no saben ni se esfuerzan por serlo.