Antes de lo que muchos pensaron por los tumbos de principios de temporada, el Sevilla firmará hoy su pase a octavos de final de la Champions por tercera vez en su historia fue cuartofinalista en la vieja Copa de Europa en 1958) si gana al discreto Dinamo de Zagreb y el Lyon cae en Turín. La combinación, de lo más factible, permitiría a Sampaoli cumplir su primer objetivo de mínimos en Sevilla: estar entre los 16 mejores equipos del continente, uno de los avances que le pidieron los dirigentes a su llegada.
Sin Nasri, a quien Sampaoli dio las llaves del equipo en cuanto comprobó que su estado físico era el correcto, hoy se podrá ver cómo se gestiona el Sevilla sin su ordenador central. Franco Vázquez, jugador también en cierta discusión pese a su extraordinario pie izquierdo, tendrá más peso en la distribución. Sampaoli, mientras, maneja tres alternativas para sustituir al francés: la conservadora es Iborra; la entusiasta es Sarabia; y la atrevida, por su poca querencia para defender y el rechazo que generó en la grada en sus primeros días de sevillista por su trote cansino, el brasileño Ganso. La crítica apuesta por la tercera opción bajo un argumento reduccionista pero irrefutable: si hoy no hay sitio para un futbolista que costó diez millones de euros y contra un equipo que aparcará el autobús como en Zagreb, no lo habrá nunca.
El Dinamo de Zagreb ha espabilado con la llegada del búlgaro Petev y ha ganado los últimos tres partidos: Cibalia (3-0), MK Bjelovar (1-2) e Inter Zapresic (0-1). Es difícil aislarse en Sevilla de lo que viene, el Barça. No queda una entrada para el domingo. Hay una expectación desbordada y en los corrillos se habla más de si Nasri llegará a tiempo que de la trascendencia de un partido en el que el Sevilla puede firmar otra cumbre. Sampaoli intenta aislar al vestuario. Pide rigor. Ya que lo tiene tan al alcance, no le conviene complicarse ahora.
