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366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 19 DE OCTUBRE

«El que se tiró por la ventana no era yo» (2008)

Gianluca Pessotto, exjugador y delegado de la Juventus.
Diario AS

Pessotto fue un jugador de la Juventus, uno de los finalistas contra el Madrid en la final de Ámsterdam, la de la «séptima». Sus compañeros le llamaban «Il profesorino», porque fuera del campo usaba gafas y porque era aficionado a la lectura y particularmente devoto de Dostoievski. Cuando terminó de jugar, pasó a trabajar en el club, que en junio de 2006 se veía envuelto en una investigación conocida como el Moggigate, y que a la larga daría con el club en Segunda (véase el día 13 de agosto). Moggi, director general del club, fue hallado culpable de organizar las designaciones de los árbitros para favorecer a su club. Pessotto, que estaba bajo tratamiento depresivo, se arrojó el 27 de junio por una ventana de las dependencias del club. Llevaba un rosario en las manos. Se produjo múltiples fracturas, de las que fue tratado, al principio entre la vida y la muerte, y luego con éxito.

Al cabo de dos años y unos meses, repuesto, accedió a hablar del asunto. «Ahora he sabido que cuando te ocurre un episodio como el que me pasó a mí lo peor que puedes hacer es encerrar las cosas dentro de ti. Tienes que reflexionar, pensar en lo bueno que has tenido en la vida y también en lo malo.» «Después de dejar el fútbol pasé un momento difícil. Cambió todo. La costumbre de estar en tensión, la adrenalina, el estar siempre a mil. Y a mi cuerpo le costó asumir eso. Sobre todo a mi cabeza. Sigues hablando de fútbol, pero todo me sabía a poco. Me encontraba en un abismo, no sabía cómo reaccionar ante el presente y el futuro me llenaba de dudas. Y encima la Juve estaba en un momento difícil que se extendía a todos los que formamos parte de ella.»

Sobre el acto de arrojarse por la ventana, explicó: «No es algo que se decide. Al menos, no en mi caso. No fue una cosa voluntaria. Yo estaba en un momento al que he llamado, ayudado por los médicos, block-out. El que caía por la ventana no era yo. En realidad no recuerdo nada de lo que sucedió ese día. No era yo, no puedo pensar que fuera yo. Siendo muy creyente, sinceramente he pensado que hubo una mano que me suspendió en el aire para que me mantuviera vivo, algo que me suspendió del poco pelo que tengo. Algo que amortiguó una caída tan terrible». «Me desperté en la cama de un hospital. No podía moverme, no sabía qué me pasaba. Solo podía mover el cuello de un lado a otro. Ni siquiera sentía dolor. Pregunté: “¿Qué ha pasado? No recuerdo nada”. Primero tuve que trabajar mucho con los psicólogos y los psiquiatras para reconstruir el suceso». El equipo que le atendió se tomó veinte días en contarle, poco a poco, lo que había sucedido.

Repuesto, ahora es otro: «Tengo una vida nueva, con muchas marcas en el cuerpo, es cierto, pero nueva. Tengo sensaciones diversas. Cada vez que veo a mis hijas de siete y doce años pienso en… Se me parte el corazón. Y no me responsabilizo, porque no era yo. Pero esa sensación mala ha quedado atrás y vivo más seguro, habiéndome quedado con todo lo bueno». «Mi vida ahora es muy bella y emocionante. Soy el delegado de la Juve y tengo contacto con los jugadores todo el tiempo. Así puedo vivir las mismas emociones que cuando era futbolista.»