366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 30 DE SEPTIEMBRE
Homenaje a Luis ante el Cosmos (1978)
Sesenta mil atléticos se dieron cita esa noche en el Calderón para ver al Atlético jugar contra el Cosmos. Ya no estaba Pelé, pero sí Beckenbauer y Chinaglia, entre otros. Y la ocasión lo merecía, porque se trataba del homenaje a Luis, jugador legendario del club y, más aún, el entrenador que le había dado el mayor título de su historia, la Intercontinental. El ascenso de Luis del puesto de jugador al de entrenador es uno de los hechos más singulares de nuestro fútbol, pues se produjo de un domingo para otro. En la temporada 1973-1974, el Atlético había sido finalista de la Copa de Europa, que no ganó por el milagroso gol de Schwarzenbeck. La 1974-1975 la empezó peor. El equipo acusaba el mazazo moral, deambulaba por la liga y fue eliminado en Europa por el Derby County en los penaltis. El entrenador era el mismo, Juan Carlos Lorenzo, los jugadores prácticamente también, pero algo no iba. Así que después de un empate en casa ante el Sporting, la directiva tomó una decisión sorprendente: sustituir a Juan Carlos Lorenzo por el más veterano y carismático jugador de la plantilla, Luis Aragonés, que entonces tenía treinta y seis años. Formado en las divisiones inferiores del Madrid, había pasado un período de cesiones (Getafe, Hércules, Recreativo, Plus Ultra y Oviedo) hasta ser traspasado al Betis en la «operación Isidro». De ahí lo compró el Atlético, donde hizo una gran carrera. Fue un interior de gran presencia en el juego, con llegada y fácil remate a puerta, y gran conocedor del fútbol y de la psicología de sus actores, incluidos árbitros y linieres. Tenía gran ascendiente sobre los compañeros y era frecuente que hubiera intervenido en casos de crisis deportivas.
Así que le tocó ocupar el banquillo de un día para otro. Atrás dejaba 265 partidos (125 goles) de liga, 55 (22 goles) de Copa y 58 (29 goles) en competiciones europeas, además de 11 (3 goles) con la selección, con la que nunca perdió. Todo eso lo dejó aparcado para sentarse en el banquillo de Mestalla, donde el Atlético sacó un empate con el estilo por el que siempre se inclinó más el equipo, el contraataque. Se mantuvo cuatro años y luego estaría como entrenador otras cuatro veces más en distintos períodos. La última de ellas, cuando el Atlético se encontraba en Segunda División y él rechazó una oferta para continuar al frente del Mallorca a fin de regresar al club de toda su vida.
Obtuvo varios éxitos en el Atlético, el principal de ellos en la primera temporada: la Intercontinental. El Bayern, campeón europeo, se negó a jugarla, como ya habían hecho otros clubes por esos años, aterrorizados por el nivel de violencia de los equipos suramericanos. El Atlético le sustituyó. El rival fue el Independiente de Avellaneda, donde jugaban dos celebridades de la época: Bochini y Bertoni. La ida fue el 12 de febrero, con 1-0 para Independiente. La vuelta, el 10 de marzo en el Manzanares, justo un año después de las expulsiones de Babacan en Glasgow. El Atlético sale con Pacheco; Melo, Eusebio, Heredia, Capón; Adelardo, Alberto, Irureta; Aguilar, Gárate y Ayala. (En el 73’ saldría Salcedo por Alberto.) Gol de Irureta en el 23’ al cabecear un centro de Gárate; en el 86’, rapidísima acción de Ayala y 2-0. Aquella Intercontinental borró en parte el mal recuerdo del gol de Schwarzenbeck y confirmó a Luis como un hombre llamado a pesar tanto o más en los banquillos como en los terrenos de juego.
Aquel homenaje ante el Cosmos tuvo un halo especial. La afición y Luis tenían una firme sintonía, tras su entrega como jugador y sus grandes inicios como entrenador. Nadie suponía entonces que estaba llamado a hacer su último servicio al club en las condiciones más difíciles, muchos años más tarde, al rescatarle de la Segunda División.