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366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 19 DE SEPTIEMBRE

Pelé da el gran zapatazo ante el Benfica (1962)

Eusebio y Pelé.
Diario AS

El Mundial de 1962 fue un poco chasco para Pelé. Había sido la gran estrella del anterior, el de 1958, en el que emergió como una estrella a sus diecisiete años. Una estrella a la que quería ver todo el mundo. El Santos explotó mucho su figura con largas giras (una por Europa incluyó trece partidos en un mes, uno de ellos en el Bernabéu ante el Madrid, que ganó al Santos) y su rendimiento se resentía de tanto viaje y tanto partido. De hecho, en Europa se empezó a dudar de que fuera un jugador tan extraordinario. Se pensó que era solo uno de los grandes jugadores del momento, uno más entre la media docena de los elegidos a principios de los sesenta. En aquellos momentos emergía además en Europa otro jugador negro que llamaba poderosamente la atención: Eusébio. De Pelé llegaban noticias tremendas de la prensa brasileña, como una ocasión en que marcó veintitrés goles en una sola semana, en cinco partidos. O que su excelencia era tal que los campos empezaban a vaciarse, porque el público sabía de antemano que iba a ganar el Santos. Pero sonaba un poquito a noticias artificiales.

El Mundial de 1962, decía, tampoco le ayudó. Debutó ante México, al que marcó un gran gol. Pero al segundo partido, ante Checoslovaquia, se lesionó, con un desgarro en la ingle. El tercero fue contra España y su sustituto, Amarildo, marcó los dos goles. Brasil pasó el grupo sin Pelé y siguió adelante sin él. Ganó sucesivamente a Inglaterra, Chile (la selección local) y Checoslovaquia, a la que encontró de nuevo en la final. La delantera era la misma que con él, solo que sin él: Garrincha, Didí, Vavá, Amarildo y Zagallo. ¿Qué clase de mejor jugador del mundo era ese cuya ausencia no se notaba? A Brasil le bastaron las buenas tardes de Garrincha más los goles oportunos de Vavá y Amarildo, su reemplazante, para ganar.

Por eso se esperó con enorme interés, a la vuelta del verano, el choque por la Intercontinental, a ida y vuelta, entre el Benfica y el Santos. El Benfica, en el que despuntaba el citado Eusébio (la «pantera negra»), había dado la campanada en Europa al ganar sucesivamente las copas de Europa de 1961 y 1962, acabando con el dominio del Real Madrid. La primera final se la había ganado al Barça y la segunda al Real Madrid, anulando dos ventajas sucesivas de los blancos (0-2 y 2-3, con los tres goles de Puskás), hasta ganar por 5-3. La Copa Intercontinental iba a ser la prueba definitiva para que Pelé fuera aceptado en Europa como un grande, y Pelé lo sabía.

Y ganó la Intercontinental casi él solo. El partido de ida, en el que el Santos sacó su delantera completa (Dorval, Mengalvio, Coutinho, Pelé y Pepe), lo abrió con un golazo por la escuadra en el minuto 31. Y en el 85’ marcó otro, regateando a cinco benfiquistas. Acabó 3-2. En la vuelta, con una alineación más prudente, con el medio Lima en el puesto de Mengalvio, el Santos jugó algo más contenido, pero a los veinticinco minutos Pelé ya había marcado dos goles. Luego marcaría otro más, en el 64’. El Santos maravilló y llegó a ponerse 0-5 en el marcador. Al final, el Benfica lo dejaría en 2-5. Pelé había ganado su Intercontinental. Ya era campeón del mundo de selecciones y de clubes. Había ganado su pulso con Eusébio con sus cinco goles entre los dos partidos, por uno solo de Eusébio. Y, sobre todo, había ganado su pulso a la opinión pública europea.

Sigue el partido de la fase de grupos de la Copa Libertadores entre: Cristal-Santos.